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HISTORIA #3: El “buen” hijo Por desgracia, no todo está bien. El buen hijo está echando humo. “Entonces se enojó y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrara. Pero él, respondiendo, dijo al padre: “Tantos años hace que te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este hijo tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo” (Lucas 15:25,28-30). Un hecho lamentable de la naturaleza humana es que algunos chicos malos y algunas chicas malas siguen pasando frío afuera porque suponen que sus hermanos y hermanas mayores (también conocidos como gente de la iglesia) los juzgan y los desprecian. Se supone que la iglesia es el agente oficial de la misericordia de Dios pero, como sabemos, a veces esa institución es tan fría y suspicaz como el hijo mayor de la parábola. La hipocresía apesta. Las personas que tienen su vida bajo el mayor control siguen siendo pecadoras por naturaleza y también necesitan la misericordia y el perdón de Cristo, tanto como los pródigos. Y si han permanecido en la iglesia mientras otros se han ido, también eso es un don de la obra del Espíritu Santo. Mientras más orgullosos estén de sí mismos, menos lugar habrá para Cristo en su corazón.