Encontrando su camino financieroMuestra

Dios no necesita nuestro dinero.

¿Cuál es la experiencia de entrega de obsequios más incómoda que hayas visto? Tal vez tú o alguien que conoces se haya retirado. O bien, el regalo no era algo que la persona quería en absoluto. Cuando se trata de dar regalos, el punto no es el regalo en sí mismo. El punto es el corazón del dador.

En Génesis 4, nos encontramos con dos hermanos, Caín y Abel. Caín dio a regañadientes los restos de su cosecha, pero Abel le dio a Dios los animales más valiosos de su rebaño. El regalo de Abel vino de un amor y un deseo de agradar a Dios.

Cain no lo hizo. Dios le dio a Caín la oportunidad de cambiar su corazón y le advirtió del pecado que esperaba para vencerlo, pero en cambio Caín se enojó y permitió que los celos lo consumieran. Caín asesinó a Abel, lo que lo llevó a ser condenado por la presencia de Dios.

Dar es un problema de corazón. Dios no quiere que le demos a Él para que podamos marcar una tarea. Él tampoco quiere que demos menos de lo mejor. Dios quiere que demos de un corazón fiel que desea agradarlo. Dios no necesita nuestro regalo; Él quiere nuestro corazón

Piensa:
1. ¿Estás dando a una iglesia local? ¿Por qué o por qué no?
2. ¿Cuál es tu motivación para dar?
3. ¿Sus razones para dar reflejan un corazón que ama a Dios? Si es así, ¿cómo? Si no, ¿qué debe cambiar?

Ora:
Jesús, gracias por preocuparte más por la condición de mi corazón que por el tamaño de mi regalo.