»Canten al Señor, habitantes de toda la tierra;
anuncien día tras día su salvación.
Hablen de su gloria y de sus maravillas
ante todos los pueblos y naciones,
porque el Señor es grande
y muy digno de alabanza,
y más terrible que todos los dioses.
Los dioses de otros pueblos no son nada,
pero el Señor hizo los cielos.
¡Hay gran esplendor en su presencia!
¡Hay poder y alegría en su santuario!
»Den al Señor, familias de los pueblos,
den al Señor el poder y la gloria;
den al Señor la honra que merece;
con ofrendas preséntense ante él;
adoren al Señor en su santuario hermoso.
¡Que todo el mundo tiemble delante de él!
Él afirmó el mundo para que no se mueva.
¡Que se alegren los cielos y la tierra!
Que se diga en las naciones: “¡El Señor es rey!”
¡Que brame el mar y todo lo que contiene!
¡Que se alegre el campo y todo lo que hay en él!
¡Que griten de alegría los árboles del bosque
delante del Señor, que viene a gobernar la tierra!
»Den gracias al Señor, porque él es bueno,
porque su amor es eterno.
Díganle:
¡Sálvanos, oh Dios, salvador nuestro!
¡Recógenos y líbranos de entre las naciones
para que alabemos tu santo nombre,
para que alegres te alabemos!
¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
por toda la eternidad!»
Y todo el pueblo respondió: «¡Amén!», y alabó al Señor.
Así pues, David dejó allí delante del arca de la alianza del Señor a Asaf y sus colegas para que sirvieran continuamente según se necesitara cada día. También dejó a Obed-edom y sus colegas, sesenta y ocho personas, con Obed-edom, hijo de Jedutún, y Hosá, como porteros. Y a Sadoc y a sus colegas sacerdotes los dejó ante la tienda del Señor, en el santuario de Gabaón, para que ofrecieran continuamente holocaustos al Señor en el altar destinado a ellos, por la mañana y por la tarde, exactamente como está escrito en la ley del Señor, que él dejó como mandato a Israel. También dejó con ellos a Hemán, a Jedutún y al resto de los que fueron escogidos y designados por nombre para cantar: «Den gracias al Señor, porque su amor es eterno.» Estos tocaban trompetas, platillos y otros instrumentos musicales, con los que acompañaban los cantos a Dios. Los hijos de Jedutún estaban encargados de la puerta.
Después todos se volvieron a sus casas, y también David volvió a su casa para bendecir a su familia.