Un liderazgo transformadorMuestra

Lidera con esfuerzo

El liderazgo piadoso, según el modelo de Jesús, tiene un componente eminentemente asistencial. Es el servicio a los demás lo que nos califica para guiar a otros. Por tanto, es desde nuestra labor sacrificial de donde proviene nuestra autoridad. A diferencia de otros modelos de liderazgo, nuestro éxito no está en mandar desde una posición piramidal de liderazgo, sino en dirigir a través del servicio horizontal a todos, sin excepción. Un “siervo de todos”, como enseñó el Maestro (Marcos 10:44). En contraposición al perfil de reyes y gobernantes del mundo, y como la antítesis misma de toda lógica, según Jesús, el esclavo es quien lidera, y lo hace por amor. La imagen misma de esto hace que nos estremezcamos ante la lúcida sabiduría de Cristo que confronta la sabiduría del mundo. Un reino de servidores, cuyo comportamiento desprendido y compasivo es trascendente, leuda, es distintivo.

En esta línea, este liderazgo en el cual resalta el servicio por amor no es menos exigente que otros liderazgos, sino todo lo contrario. Quien lidera en amor tiene una responsabilidad mucho mayor que el que lidera por riquezas, poder, o por un ideal utópico o posible. Es de esperar entonces, que el liderazgo piadoso sea más esforzado, porque su fuerza procede de la más preciosa de las virtudes, la caridad. Además, no hay verdadero liderazgo si no se obra de acuerdo con aquello que se dice ser. Quien crea que lidera según el modelo del Señor Jesús, pero no se vuelca en otros con diligente solicitud, solo imagina que lidera. Es ese trabajo duro el que exterioriza lo que hay en el corazón de un líder cristiano. Somos capaces de los más ingentes esfuerzos cuando amamos. El sabio predicador lo escribió así: “El que trabaja duro se convertirá en líder, pero el perezoso siempre estará obligado a hacer trabajos forzados” (Proverbios 12:24 PDT).

En el Nuevo Testamento, Pablo animaría a Timoteo a trabajar duro, a esforzarse en esa gracia de Dios que lo había transformado. Esa gracia que lo había convertido en un servidor debería dispensarse ahora a través de él y en favor de otros: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1). Pablo tenía todo el derecho para escribir así a su joven pupilo. A fin de cuentas, él mismo reconoció que nadie le aventajaba en servir: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Corintios 15:10).

La Biblia exalta el trabajo duro, la diligencia, la solicitud, y el amor, todo esto combinado para un servicio ejemplar, distintivo y eficaz. Este es el mapa para la eficiencia ministerial, dentro de estas virtudes teologales coexiste todo lo demás. Lideremos con denodado brío, bajo la fuerza imparable del amor de Dios.