Un liderazgo transformadorMuestra

Lidera con hambre

Un liderazgo piadoso eficaz es aquel que ayuda a otros a entender y a comprometerse con una visión de Dios para llevarla a término. Ahora bien, es improbable que podamos llevar a alguien a donde no estamos. Por eso, la eficacia de un liderazgo irá in crescendo en la medida que éste se mantenga con hambre, con deseo de seguir creciendo integralmente, conformando cada vez más su vida a la imagen de Jesús, el líder modélico (Efesios 4:13).

El conformismo es el ropaje de la esterilidad. Si encuentras un techo limitante, no te refugies bajo él, quédate a la intemperie, es más incómodo en cierto modo, pero los beneficios de exponerte a los elementos propulsarán tu crecimiento y tu efecto en los demás. Tus creencias han de ser expresadas mediante una conducta que exprese tácitamente que estás apasionado con el proceso de liderar.

¡Lidera con hambre! ¿Cómo se traduce esto? Pues, ora más. Una vida de oración saludable expresa la lozanía de un liderazgo. Si esa vida de oración es intensa y perdurable, será un soporte seguro en todo tiempo.

Lee más. Los líderes más relevantes de la cristiandad fueron lectores consagrados. Wesley leía cinco horas al día, Spurgeon leía seis libros por semana, George Whitefield promediaba hasta ocho horas de estudio y lectura al día. Leer es pasar tiempo con gente inteligente. Un líder tiene que incorporar ese hábito si no lo tiene y fomentarlo exponencialmente.

Prepárate mejor. No es suficiente ser llamado por Dios, hay que darlo todo en cada ocasión en la que se requiera nuestro desempeño. Si tienes una reunión, prepárala con diligencia, como si te fuera la vida en ello. Si tienes que predicar, desgástate en el ejercicio de este noble servicio, estudia enérgicamente, busca las ilustraciones apropiadas, práctica tu bosquejo, no tengas en poco el proceso de la preparación. Abraham Lincoln dijo que, si le daban seis horas para cortar un árbol, él dedicaría cuatro horas para afilar el hacha. ¡Afila bien tu hacha!

Analízate, exponte a otros, rinde cuentas. Mantente hambriento para ser mejor en tu carácter, que en todo reflejes a tu salvador, Jesús. Aquí es importante ser auténticos, no tratar de ser lo que no somos. Es útil tener amigos cuya madurez nos guíe a ser mejores líderes. Amigos que tengan la libertad de decirnos cómo nos perciben y en qué debemos trabajar para ser más eficaces.

Si lideramos con hambre, nuestro liderazgo piadoso será contagioso. Huyamos, por tanto, de la mediocridad. Es trágico haber sido llamados a liderar al pueblo de Dios y sin embargo, hacerlo con hastío, desperdiciando el privilegio de colaborar eficazmente con Dios, en ser de bendición al mundo.