La Puerta De Los LabiosMuestra
Pensar y luego actuar
Tal vez hayas escuchado la anécdota que te voy a narrar, pero me pareció muy interesante y la quiero compartir, creo que podemos sacar varias lecciones de ella. Resulta que el nuevo gerente de una empresa se propuso minimizar los gastos y comenzó nuevas estrategias para lograrlo.
Caminando entre los trabajadores de la compañía se percató de un joven que estaba recostado de una pared sin hacer nada. Acto seguido le preguntó cuál era su salario mensual y este le dijo: $500.00 Entonces, sin pensarlo dos veces, el gerente sacó esa cantidad de su bolsillo y dándoselos al joven le dijo que se fuera y no volviera nunca más.
Los demás trabajadores observaron el suceso atónito, estaban sorprendidos de la actuación del gerente. Cuando este les preguntó qué trabajo hacía ese joven, uno le respondió: “Ninguno señor, ese joven vino a traer una pizza".
Nos podemos imaginar la alegría del joven por la propina que recibió ese día y la contrariedad del gerente por su necio impulso. Actuar sin pensar le llevó a ejecutar una acción necia y desfavorable, tanto para él como para la empresa.
¿Qué aprendemos, pues, de la anécdota que acabamos de leer? La respuesta es clara, tenemos que pensar antes de actuar y esto nos evitará muchas situaciones negativas y desagradables. La Biblia nos aconseja en el libro de Proverbios: “El corazón del justo piensa para responder; mas la boca de los impíos derrama malas cosas" (15:28).
No siempre es fácil detenernos y pensar antes de hablar o actuar. Nuestra personalidad, las circunstancias, la manera como nos sentimos, la relación que tenemos con las personas, todas ellas son detonantes a la hora de actuar, llevándonos en ocasiones a situaciones que pudimos evitar si hubiésemos sido lo suficientemente sabios y prudentes para pensar antes de actuar.
No tenemos que ir a grandes conferencias de liderazgo para que nos hablen acerca de lo importante que es la reflexión antes de la acción. La Palabra de Dios que tenemos a la mano nos enseña acerca de esa verdad tan importante y necesaria, tanto para nuestro caminar diario como para nuestras actividades ocupacionales o profesionales.
Así nos dice el apóstol Santiago en su carta: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (1:19).
De manera que una de nuestras más fervientes oraciones al Señor debe ser para que nos ayude a pensar antes de actuar o de hablar. Oremos para que tengamos la paciencia y la prudencia de callar cuando es lo más sabio y hablar cuando conviene.
De esa manera se evitarán muchos malos momentos, cosas de las cuales luego nos arrepintamos, porque pudimos haberlas evitado y no lo hicimos.
El apóstol Pedro, impulsivo por naturaleza, tuvo también que aprender la lección. A medida que fue avanzando en su caminar cristiano fue dejando su ligereza para hablar y actuar. El apóstol que escribió dos cartas que son parte de la Biblia, no es aquel que le pidió a Jesús que no fuera a la cruz, ni siquiera el que lo negó y mucho menos el que le cortó la oreja a un hombre.
Pedro se convirtió en un hombre prudente y sabio que pudo decir: “Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Ped.1:5-7).
Escritura
Acerca de este Plan
Callar o hablar, una de las decisiones más importantes que tomamos a diario. La sabiduría, la prudencia, el buen sentido son virtudes que necesitamos para hablar como conviene cuando conviene. La Palabra de Dios y el Espíritu Santo nos ayudan para que los dichos de nuestra boca sean gratos delante del Señor. En este plan la Palabra nos aconseja acerca del don del buen hablar.
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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://facebook.com/GrettchenStage