Ellas: Discípulas De JesúsMuestra

El Nuevo Testamento nos revela que, dentro del grupo de discípulos de Jesús, había también mujeres. En el evangelio de Lucas, en el capítulo 8, encontramos algo que no aparece en el resto de los evangelios: «Poco después, Jesús comenzó un recorrido por las ciudades y aldeas cercanas, predicando y anunciando la Buena Noticia acerca del reino de Dios. Llevó consigo a sus doce discípulos, junto con algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas estaban María Magdalena, de quien él había expulsado siete demonios; Juana, la esposa de Chuza, administrador de Herodes; Susana; y muchas otras que contribuían con sus propios recursos al sostén de Jesús y sus discípulos.»

Por alguna razón, Lucas, el autor de este evangelio, consideraba importante que el nombre de estas mujeres quedara registrado. Este evangelio, además, es el que más destaca la presencia de las mujeres en comparación con los demás. Lucas fue un autor estricto con sus fuentes, riguroso en el orden cronológico y profesional a la hora de transmitir la historia a su destinatario.

Leemos en el texto, no solo que había mujeres que seguían a Jesús y escuchaban sus enseñanzas, sino que, además, eran parte activa en el sustento económico de su ministerio, y el de los discípulos. Aunque este mismo texto no aparece en ningún otro evangelio, sí se confirma su veracidad al citar también Marcos a algunas seguidoras de Jesús (Marcos 15:40-41), quien asegura que le «seguían y lo atendían», lo cual confirma el hecho de que Jesús tenía también discípulas. «Por la utilización de los términos técnicos diakonein y akolouthein, servicio y seguimiento, aplicados a ellas, se las identifica como discípulas, ya que estos términos caracterizan el discipulado (Tepedino, 1994). Además, en este texto de Marcos, vemos cómo, después del arresto, crucifixión y muerte de Jesús, y mientras los discípulos huyen por miedo a sufrir la misma suerte que su maestro, ellas permanecen fieles. Quizá por eso, también son algunas de ellas las que más tarde recibirían la primicia de su resurrección.

Tú y yo, como mujeres, también somos llamadas a seguir a Jesús. Puede que seamos criticadas, o tal vez la sociedad no espere demasiado de nosotras, pero sin duda, Jesús sí lo hace. Todas llegamos a Él heridas, de una u otra forma. Y el proceso de restauración no solo nos dignifica, sino que además, nos capacita para ser aquello para lo que hemos sido llamadas. Como ellas, debemos escoger a quién vamos a seguir, de quién queremos aprender.