Una Vida FructíferaMuestra

Mira alrededor y pregúntate: "¿Qué hago la mayor parte de mi tiempo? ¿Qué dice este comportamiento sobre mí?"

Cada acción que realizas es un voto por el tipo de persona en la que quieres convertirte. Sin embargo, como dice Pablo en Romanos 7, "No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco". ¿Te suena esto familiar? La buena noticia es...

1. No estás solo

2. Hay una solución

Uno de los principales obstáculos entre quién eres y quién quieres ser es el autocontrol. ¿Por qué es importante el autocontrol? ¿Por qué no podemos hacer lo que queramos? Fácil. Porque queremos ser libres.

La realidad es que, o eres controlado por tus deseos o permites que el Espíritu Santo te dé poder para controlarte a tí mismo.

Si no nos disciplinamos y gobernamos nuestras propias acciones, nos volvemos vulnerables a la tentación, a la influencia del mundo y del enemigo, y al pecado. Eso hace que sea muy difícil vivir los frutos del espíritu. ¿Cómo podemos amar si sucumbimos al odio? ¿Cómo podemos tener paz cuando permitimos los celos en nuestros corazones?

¿No es interesante que el dominio propio sea el último fruto del Espíritu en la lista? Tiene sentido si miras a Gálatas. Nos muestra que para no volvernos engreídos, necesitamos dominio propio para seguir el paso del Espíritu.

El ejemplo perfecto de este fruto, el dominio propio, se encuentra en Jesús. Jesús es la única persona que tuvo perfecto autocontrol toda su vida. Él no pecó. ¡Piensa en ese tipo de autocontrol! Él nunca cedió en las tentaciones.

Puedes pensar: "Bueno, Jesús debe haber vivido una vida muy diferente a la mía".

¡De ninguna manera! De hecho, la Biblia dice que Jesús fue tentado a pecar en todo de la misma manera que nosotros (Hebreos 4:15).

Entonces, ¿cómo podemos tener ese tipo de control sobre nuestros propios pensamientos y acciones?

Sigue estos 6 pasos a fin de comenzar a desarrollar el autocontrol en tu vida:

1. Renueva tu mente a través de la Palabra de Dios

2. Ora por la ayuda del Espíritu Santo

3. Confiesa tus hábitos a Dios y a los demás

4. Identifica y elimina sus desencadenantes

5. Recuerda el evangelio cuando fallas

- Michael Oquendo, VP de Marketing y Comunicaciones

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