Una Vida FructíferaMuestra

El fruto de la bondad es reproducir el carácter de Cristo al comportarnos con los demás como Dios se ha comportado con nosotros.

Es la idea de hacer buenas obras para los demás; no para tu beneficio personal, sino para el de ellos.

La bondad es desinteresada, compasiva y misericordiosa; su mayor poder es revelado al practicarla con nuestros enemigos y entre los más pequeños. Ama a tu prójimo, muestra bondad a TODOS. Para ver un emblema perfecto de la bondad bíblica, solo necesitamos mirar a Jesús.

¿Has considerado que cada día es una bendición?

Dios nos da la oportunidad de vivir cada día para Él y elegir dedicarle ese día. Un nuevo día puede no parecer mucho, pero considerando que no podemos contar con lo que sucederá mañana, cuando nos levantamos todos los días, debemos verlo como la misericordiosa bondad de Dios y como una bendición.

Como creyentes Él nos ha dado un nuevo pacto. No sólo nos promete vida nueva y vida eterna en Él, sino que también promete volver. Y, si conocemos a Dios, ¡sabemos que Él no se retracta de su Palabra!

En nuestra propia vida personal, sabemos que Dios tiene un plan para nosotros y podemos verlo desarrollarse a diario. Incluso cuando no lo vemos trabajar, Él está trabajando.

Su bondad nunca falla.

El temor de la mayoría de las personas que entablan una relación es que un día se despertarán y dirán: “Ya no te amo”.

Increíblemente, la bondad misericordiosa de Dios no funciona así. Esa bondad amorosa significa misericordia, gracia y bondad constantes; significa que no debemos temer que algún día su amor por nosotros desaparezca o se marchite, porque su amor es incesante.

Esto parece un hecho para los que asistimos a la iglesia durante mucho tiempo, que cada domingo escuchamos que Dios nos ama.

Pero no podemos reducir la magnitud del amor eterno e imparable de Dios.

Al comprender plenamente que un Dios que es santo y perfecto quiere entrar en comunión con nosotros y nos ofrece su misericordia y bondad, aun cuando nosotros no la merecemos, esta comprensión cambia nuestros corazones.

Es inevitable querer extender a los demás esa misma bondad misericordiosa una vez que la hemos experimentado en nosotros mismos.

- David Villa, Fundador y Director General