Cada corazón anhelanteMuestra
Una humilde sierva y su magnífico Dios
Era una adolescente soltera próxima a quedar embarazada, en el modesto pueblo de Nazaret. Según sus propias palabras, era una auténtica don nadie. Sin embargo, el ángel Gabriel tenía para ella la noticia de que era lo contrario. Él le dijo que Dios la favorecía grandemente al punto de que sería considerada… bendita entre las mujeres.
Su inmensurable privilegio fue que concebiría y daría a luz un Hijo, el Mesías, y su reino no tendría fin. Pero quizá lo más impactante de todo fue el detalle de que ella daría a luz al Mesías siendo virgen.
Si alguna mujer tenía motivos para entrar en pánico ante la noticia de un embarazo inesperado, esa era María. Su situación era casi imposible de explicar y podría arruinarla socialmente. Pero la respuesta de María a esta noticia fue tan sobrenatural como el mensajero que la entregó. Revelaba un corazón joven tan profundamente inmerso en las verdades de la palabra de Dios sobre ella que nada podía sacudirla.
El cántico de María, o el Magnificat, desbordaba alabanza por lo que Dios había hecho por ella, por Israel, y por las futuras generaciones. Mientras lo lees, considera el corazón de María, cuánto anhelaba adorar y dar gracias.
1. Dio gracias por el presente
Abrumada por la alabanza, María hizo referencia a Dios más de veinte veces en su canción, y ocho veces lo alabó por lo que había hecho. Su corazón estaba en sintonía con ver a Dios obrando en cada área de su vida. El mayor deseo de María era magnificar o engrandecer el nombre del Señor.
2. Dio gracias por el futuro
María vio la futura obra de salvación que Dios estaba haciendo a través del Hijo que llevaba. Incluso en su juventud, reconoció que Dios estaba derribando el orden social normal y elevando a una humilde sierva como ella.
3. Dio gracias por el pasado
Debido a su profundo conocimiento de las Escrituras, María pudo ver sus circunstancias particulares a la luz de todo lo que Dios ya había hecho por Israel. Ella vio su parte en la amplia historia redentora de Dios, regresando al pacto Abrahámico. Dios había sido fiel en el pasado y continuaría siéndolo en medio de sus incógnitas.
María fue la primera en admitir que ella era sólo una humilde sierva del Señor. Pero Dios vio más allá de su posición y le dio el privilegio más hermoso que jamás haya otorgado a ninguna mujer.
Desde Eva, todos hemos nacido bajo la maldición del pecado, pero el Hijo de María fue la excepción. No porque María no fuera pecadora sino porque Jesús, al nacer del Espíritu Santo, lo era.
María fue bendecida y su canto reveló un corazón joven rebosante de acción de gracias y asombro. Considera las palabras que ella le dijo y trata de imitar su humildad y el reconocimiento de su indignidad ante Dios. Al hacerlo, veremos a Dios como lo vio María, el verdadero anhelo de nuestro corazón.
- Da gracias a Dios por tu pasado, presente y futuro. ¿De qué manera su fidelidad hacia ti en el pasado aumentó tu confianza en Él ahora y en el futuro?
- ¿Cómo está Dios reordenando tus afectos para amarlo más?
- ¿Cómo te invita Dios a expresar hoy mayor agradecimiento?
Escritura
Acerca de este Plan
En el famoso himno navideño de Charles Wesley, “Ven, Jesús muy esperado”, cantamos que Jesús es el gozo de todo corazón anhelante. En este Adviento, descubramos cómo la orquestación divina de los acontecimientos humanos y las diversas respuestas a su llegada, exponen el anhelo de nuestros corazones. Desde reyes y gobernantes hasta pastores y una virgen embarazada, el advenimiento de Jesús revela lo que atesoramos. En esta Navidad, encuentra en Él la alegría de tu corazón.
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