Dudar de DiosMuestra
Día de demolición
Así que has identificado tu problema de fugas, evaluado la persona que se va a encargar del proyecto, y decidido que estás listo para comenzar tu renovación. Este es el momento en que las cosas se vuelven reales.
El equipo viene y demuele toda la cocina, haciéndola parecer un desastre. En este punto, incluso te preguntas por qué comenzaste el proyecto, y estás ansioso por saber si alguna vez se verá como una cocina de nuevo.
Cuando encontramos dudas en nuestra fe, puede sentirse tan aterrador como un día de demolición. Una vez que la semilla de duda crece en nuestra mente, podemos sentirnos ansiosos, temerosos, o incluso enojados. Podemos sentirnos frustrados porque estamos cuestionando lo que siempre hemos creido que es verdad. Podemos sentir vergüenza de sentirnos así o temerosos de hablar acerca de esto con los demás.
Pero esto es lo que pasa con el día de demolición. No destruye la situación para siempre. Romper es necesario para avanzar. No puedes dejar la fuga sola, dejar que se infecte y produzca moho. De la misma manera, no puedes dejar tus dudas sin resolver y sin expresar porque ellas solo se volverán más ruidosas y más aisladas.
Este proceso de desmantelar nuestras creencias y evaluar nuestras dudas puede sentirse peligroso, inquietante, y complicado. Puede incluso ser tan desalentador que algunas personas aprovechan la oportunidad para alejarse por completo.
Pero servimos a un Dios que no se asusta por nuestro quebrantamiento.
En el medio del caos, Dios está ahí. Él está presente. Él no está distante en nuestras dudas. Él se acerca a nosotros, y prefiere que le expreses tus dudas a que te alejes por completo de Él.
Dios es un refugio, un lugar seguro. No vas a un refugio cuando todo en la vida va bien. Vas a un refugio cuando necesitas refugiarte desesperadamente. Y lo más hermoso es que Dios sigue siendo un refugio para ti incluso cuando sientes que tu fe es de lo que estás escapando.
Entonces, cuando llegamos al punto del quebrantamiento, no escapamos. Corremos a Dios y a personas de confianza para que nos ayuden a procesar nuestra confusión.
Vemos este principio en la historia de Pedro. Hay un momento en el que Jesús le permite caminar milagrosamente sobre el agua. Pero cuando su enfoque cambia de Jesús al caos que lo rodea, empieza a hundirse. Jesús lo agarra, lo ayuda a ponerse a salvo, y le pregunta:
… “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Mateo 14:31 NVI.
¿Y si esa pregunta no es una acusación sino una invitación?
¿Qué pasaría si Jesús le estaba pidiendo a Pedro que le trajera sus dudas más profundas, queriendo saber genuinamente por qué dudaba? ¿Y si le estaba preguntando no para avergonzarlo sino para demostrarle que le importa y es lo suficientemente grande para manejar sus dudas?
Entonces, en medio de tu duda, Jesús está cerca. Tu duda no te descalifica. Pedro se convirtió en uno de los líderes más influyentes de la Iglesia primitiva. Entonces aún cuando todo en tu vida parece un gran desorden, Dios puede usar tus dudas para profundizar tu fe.
Ora: Dios, gracias por hacer que todas las cosas funcionen para bien, incluso mi duda. Ayúdame a traerte todas mis dudas, sabiendo que Tú las invitas y puedes manejarlas. Elimina cualquier vergüenza que sienta, y entonces acércame a Ti, mi refugio. En el nombre de Jesús, amén.
Escritura
Acerca de este Plan
¿Qué tal si la duda no es lo opuesto a la fe sino una puerta a una fe más profunda? En este Plan bíblico de 7 días que acompaña a la serie de mensajes del pastor Craig Groeschel, Dudar de Dios, descubriremos que las dudas no te hacen un mal cristiano. De hecho, podrían ser un ingrediente necesario para el discipulado.
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