Los hombres de reino levantándose: un plan de lectura de 8 días Muestra
Darse cuenta
Generalmente es más fácil culpar a algo exterior cuando pasamos por problemas en la vida. Pero hay alguien a quien rara vez asociamos con los problemas que enfrentamos: Dios mismo. Para ser claros, Dios nunca es responsable del mal o del sufrimiento. Él no puede pecar ni causar el pecado; va en contra de su santa naturaleza. Sin embargo, Dios permite que afrontemos el desorden de nuestras vidas para que podamos volver a Él y experimentar alivio y avivamiento.
Dios no hace que los problemas surjan por diversión pero sí permite que hayan consecuencias negativas en nuestras vidas cuando trata de llamar nuestra atención. En vez de señalar a los demás cuando surgen las dificultades, deberíamos centrarnos en Aquel que realmente está al mando. Al hacerlo descubriremos que resolver las situaciones difíciles de la vida suele ser más fácil de lo que pensamos.
En los últimos años, nosotros como nación y junto al mundo, hemos estado en medio de múltiples pandemias simultáneas. Nos enfrentamos a dos pandemias: una médica y una cultural. Sin embargo, más profunda aún y en la raíz de ambas se encuentra una pandemia espiritual.
Lo que noté al observar todo lo que ocurría durante el inicio de este inusual tiempo, es que nos habíamos alejado del sistema de valores establecido por Dios respecto a la forma en que los seres humanos deben vivir, actuar y relacionarse entre sí. Además, nuestro desvío había durado demasiado tiempo. En el criterio de raza y clase, habíamos creado nuestras propias normas sobre cómo tratar a los demás, lo que no nos había hecho ningún bien.
Así como leímos en el pasaje anterior, en ocasiones Dios permitirá el malestar con el fin de instar a su pueblo a que le pida ayuda de corazón. Tiene que dejar que su pueblo toque fondo para descubrir que ciertamente Él es la roca en el fondo. A veces, del desorden surge el milagro.
Los problemas abundan en nuestra cultura; tenemos tantos como para que Dios diga: "¡Ya basta!" Pero si pasamos por alto la realidad de que Dios ha permitido el desorden para lograr corrección y limpieza, sólo estaremos tratando los síntomas. Perderemos la oportunidad de corregir la raíz del fruto que ha causado la confusión de la desesperanza que se ha manifestado.
La raíz de los problemas que enfrentamos en nuestras iglesias, cultura y país hoy en día es claramente espiritual. Para reparar y restaurar nuestra cultura debemos entender los componentes espirituales que hay detrás de nuestros problemas antes de proponer soluciones pragmáticas a estas crisis.
Escritura
Acerca de este Plan
Nuestra cultura está confundida con respecto a lo que significa ser un hombre. Las nociones de masculinidad se han malentendido y difamado. Este plan dice la verdad sobre el propósito y el futuro de la masculinidad bíblica. En este plan, los hombres lucharán honestamente con las cuestiones y circuntancias a las que se enfrentan hoy, a la vez que son invitados a descurbir la intención de Dios con respecto a la masculinidad.
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