Propósito

La sociedad dicta que necesitamos ser propietarios de una casa, conducir el vehículo adecuado, establecer una carrera, casarnos y comenzar una familia. Con mucha frecuencia escuchamos que una vez tengamos esas cosas, nos sentiremos plenas. Sin embargo, Dios no nos creó para perseguir la definición que el mundo tiene de una vida perfecta. Fuimos creadas con un propósito más grande en mente.

Pasé mucho tiempo esperando un esposo y deseando que mis días llegaran. Era una manera solitaria y miserable de vivir. Cuando decidí no centrarme en mí y servir en la iglesia, encontré lo que me apasiona: me encanta conectarme con las personas y animar a las mujeres a afianzar su identidad en Cristo. A través del servicio, mi vida tomó un significado diferente. De repente, estaba apasionada por Dios en maneras que no había experimentado antes y encontré el verdadero gozo. Aún quiero encontrar un esposo, pero ya no es una carga en mi corazón. Mi deseo ya no es escuchar “Acepto,” sino escuchar “Hiciste bien, siervo bueno y fiel.”

Dios nos creó a cada una para desempeñar un rol especial en Su reino, y es sólo cuando vivimos nuestro llamado que podemos sentirnos verdaderamente satisfechas. Todas tenemos talentos, experiencias y habilidades diferentes que muestran el propósito que Dios nos dio. Algunas somos llamadas a un ministerio de tiempo completo. Otras, a ser luz en el mundo empresarial. Aunque el método pueda ser diferente para cada persona, como seguidoras de Cristo, somos llamadas a predicarle a las personas sobre Jesús. Nuestro estado civil no cambia esa misión. 

En el libro de Mateo, Jesús les dice a Sus seguidores que vayan y hagan discípulos y les enseñen a obedecer Sus mandamientos. No les dice que esperen a estar casados y luego comiencen su ministerio. Él dice “Vayan.” 

Si no estás segura de cómo te ha llamado Dios a servir en Su reino, pídele que te lo muestre. Mientras tanto, comienza a servir en algún lugar. No creas las mentiras de que no eres una parte valiosa de la iglesia y que no puedes marcar la diferencia mientras estás soltera. Dios te ve como elegida, ungida y capacitada—no algún día, sino ahora mismo. La madurez espiritual no surge como resultado de un cambio en el estado civil. La madurez espiritual viene como resultado de una relación con Jesús.

Tal vez un día, Dios te llame al matrimonio. Si es lo que quieres, ora por eso. No está mal orar por un cónyuge, pero no permitas que ese deseo retenga el crecimiento de tu fe y guíes a otros a lo mismo. Como lee Proverbios 16:9, el corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor. Sírvele con todo lo que tengas ahora y confía en que Él te guiará por el camino correcto en el tiempo propicio. 

Ya sea que estemos llamadas al matrimonio o no, Dios nos pide que demos pasos en nuestro llamado ahora. Solo tenemos un tiempo corto en la Tierra y no podemos permitir que nuestro estado civil impida que cumplamos el propósito que Dios tiene en nuestras vidas. Así que ¡ve!