Riesgo

Como mamá de tres hijos, he aprendido que Dios ha creado a cada niño con un deseo por la aventura. Cuando mis hijos eran pequeños, siempre estaban actuando las escenas de riesgo como si fueran el personaje principal en una película de acción. Corrían, saltaban, se deslizaban y rodaban sin temor por doquier a pesar de mis advertencias para que tuvieran cuidado. Cada día les daba otra oportunidad de llegar al límite, tomar un riesgo y explorar algo nuevo.  

En una de nuestras vacaciones familiares, los llevamos al Gran Cañón. Estaban completamente asombrados y quería saber qué tanto se podían acercar a la orilla. ¡Era aterrador para mí! Por mi mente pasaron preguntas como “¿Qué sucedería si se caen?” y “¿Qué sucedería si se resbalan?”. Si tenía dudas, bien sabía que mis hijos anhelaban vivir una aventura. 

Creo que Dios creó a mis hijos así como una reflexión de quien Él es. La Biblia nos muestra que Dios ama la aventura y ha tomado grandes riesgos. Por ejemplo, yo debatiría en que el mayor riesgo que Dios tomó fue enviar a Su hijo Jesús a morir por nuestros pecados. Nos da a elegir el mayor regalo y corre el riesgo de que no aceptemos a Cristo. 

Mi hijo mediano tiene 18 años y está próximo a embarcarse en la mayor aventura de su vida. Va solo rumbo a México a predicar el Evangelio a aquellos que no conocen a Jesús. Cuando me contó sobre el llamado que Dios le estaba haciendo, mi primer pensamiento fue: “Eso no es seguro. Es muy riesgoso". Rápidamente Dios me recordó que Él no ha llamado a mis hijos a ir sobre lo seguro. Los ha llamado a tomar riesgos. Es mi trabajo como mamá apoyarlos en su llamado, no retenerlos por mi miedo. 

Dios usó momentos como ese en el Gran Cañón para ayudarme a darme cuenta de que con cada pequeña aventura, Él ha estado preparando a mis hijos para su gran aventura para el Reino. Es mi privilegio apoyarlos para contarles a aquellos que no han sido alcanzados sobre la elección de elegir a Jesús y vivir su propia aventura.