Elegidas

¿Alguna vez has orado con tanta intensidad y durante mucho tiempo por algo que no estabas segura si se cumpliría? Cuando sucedió, ¿te sentiste inmediatamente poco calificada y segura de que lo echarías a perder? ¡Bienvenida a la maternidad! O tal vez, simplemente a la vida. 

Siempre soñé con ser mamá. Era algo por lo que comencé a orar desde muy temprana edad. Antes de que diera frutos, le precedieron años de oración, obstáculos inesperados, infertilidad e incluso abortos espontáneos. 

Más veces de las que me gustaría admitir, me sentí indigna, incapaz y sola durante estos años difíciles. Sentí que no era lo suficientemente buena y que Dios también sabía que sería un error que yo tuviera hijos. Me sentía fracasada. Esto era algo que solo podía hacer por mi esposo y por mí, y sencillamente no estaba sucediendo. 

Hay muchos momentos durante el viaje hacia o a través de la maternidad cuando podemos sentirnos solas, incomprendidas o abandonadas. Pero lo cierto es que Dios ha estado en este momento antes de que estuviéramos nosotras y Él sabe cómo guiarnos. Sólo debemos aprender a apoyarnos en Él para encontrar fortaleza y consuelo y escucharlo para obtener dirección. 

Cada vez que comienzo a sentir que las dudas e inseguridades se acercan, regreso a la verdad de Dios y recuerdo que Él no comete errores. Soy una elegida. Él me eligió para este viaje de la maternidad, para que fuera la mamá de mis bebés y para dar fruto que perdure. 

No importa la manera en que te convertiste en mamá—al dar a luz, adoptar, o al casarte con su papá—Dios te eligió. No siempre lo harás bien, pero la perfección no es la meta. Solamente hay un padre perfecto, nuestro Padre Celestial. Él ha prometido estar contigo y ayudarte en cada paso del camino. Inclínate para escuchar Su voz, confía en Él para que te guíe y sigue adelante porque fuiste creada para esto.