Vivir renovado: ProvisiónMuestra

Nos necesitamos mutuamente

Un devocional con Amber

Una de mis cosas favoritas sobre Dios es cómo usa a personas comunes para lograr Sus planes poderosos. Él podría producir de la nada cualquier cosa que necesitáramos pero elige trabajar a través de personas imperfectas para bendecirnos. Cuando recuerdo uno de esos momentos en mi vida, pienso en que Dios nos creó para vivir en comunidad con otros creyentes. He descubierto que mantener a Jesús en el centro de mis amistades le brinda a Él más formas de proveer para mí y me permite ser de bendición para otros mientras se desarrolla mi fe. 

Hace algunos años, mi familia de cinco, estaba viviendo en una casa alquilada. Estábamos comenzando a diezmar de manera regular, servíamos en la iglesia y hacíamos lo posible para ser generosos con los demás. Queríamos tener nuestra propia casa, pero parecía un sueño muy lejano. Cada vez que podíamos ahorrar un poco de dinero, una emergencia lo drenaba. Luego, nuestra casa alquilada se incendió. 

Todos estaban a salvo, pero de repente, ya no teníamos un techo sobre nuestras cabezas. Gracias a Dios hacía poco habíamos adquirido un seguro para arrendatarios, pero nuestras pérdidas superaban por mucho lo que recibiríamos. Ahí fue donde nuestra comunidad apareció y nos mostró el amor de Jesús. 

Una persona en nuestro pequeño grupo llegó con una nevera repleta de bebidas para ayudarnos en nuestro primer día. Otro amigo nos invitó a cenar esa noche y reemplazó los tesoros más preciados de nuestros hijos, sus almohadas de animales. Amigos de amigos, personas que no conocíamos, nos visitaron un día caluroso de verano y nos ayudaron a revisar cuidadosamente lo que restaba de la casa y salvar lo que se pudiera salvar. Recibimos tantas donaciones, como muebles y electrodomésticos, de otras familias en la iglesia. Estábamos asombrados por la generosidad de todos y realmente sentimos que Dios de nuevo acortaba la distancia entre lo que teníamos y aún necesitábamos. Su provisión abundante significó que podíamos usar el dinero del seguro para el pago inicial de una casa. 

En medio de nuestra tragedia, Dios obró un milagro. No sólo reemplazó lo que habíamos perdido, sino también nos colocó en una vía rápida para adquirir nuestra casa propia. Nunca hubiéramos pensado que Dios usaría ese incendio de la casa para nuestro bien. Pero lo hizo, y también usó a Su pueblo. 

Si estás luchando para confiarle a Dios tus finanzas, te insto a rodearte de una comunidad de creyentes en donde podrán animarse mutuamente en tiempos difíciles y ayudarse a fortalecer la fe. Dios ama darnos regalos y uno de los mejores regalos que tiene para nosotros es estar unos para otros. Cuando nos sentimos débiles y agotados, nuestros amigos se presentan para ser las manos y los pies de Jesús. No te pierdas uno de los más grandes caminos de Dios para proveer.

Luego del desastre de nuestra casa, fuimos increíblemente humildes al sentir el amor de personas completamente extrañas. El cuerpo de Cristo, su iglesia, su pueblo se presentó con nosotros, ¡grandemente! La única respuesta que tenía sentido para nosotros fue hacer lo mismo. En cuanto pudimos, comenzamos un pequeño grupo en nuestra nueva casa para brindar a otras personas el mismo sentido de comunidad que habíamos encontrado. También priorizamos invertir más en bendiciones financieras para otras familias en necesidad. 

Aunque puede sentirse un alivio estar en la posición de recibir la generosidad de alguien más en tiempos de necesidad, es aún mejor estar en la posición de dar. No es porque yo lo diga, confía en Dios. Pídele que te muestre oportunidades para ser generosa y comprobarás Su bendición al dar a los demás.