El amor se relantizaMuestra

El amor perfecto expulsa el miedo

Fuimos creados para la seguridad, la conexión y el control o empoderamiento que se encuentran en el amor de Dios. Cuando el pecado separó a Adán y Eva de ese amor, inmediatamente sintieron miedo. Todos hemos sentido miedo desde entonces. Este tiene muchas caras. Aparece como ansiedad, nerviosismo o preocupación. A veces es más sutil, se manifiesta como indecisión o con ganas de abandonar o adormecernos. Todo miedo está conectado a un profundo sentimiento de preocupación por no tener la seguridad, la conexión o el control que necesitamos.

Jesús restauró nuestra conexión directa con el amor de Dios, por lo que ya no tenemos que tener miedo. Solo hay que buscarlo a Él y a su amor. Nuestro cónyuge, hijos, trabajo, hogar, lo que conocemos y lo que tenemos, nunca nos brindarán la seguridad, la conexión y el control que queremos. Solo Dios puede hacerlo. Cuando tratamos de satisfacer esas necesidades en cualquier lugar que no sea Él, siempre nos generará ansiedad y preocupación. 

El miedo es una emoción fuerte y poderosa. Puede crear todo tipo de respuestas en nuestras mentes y cuerpos. A veces sabemos que es irracional, pero ya que es una emoción fuerte, no podemos simplemente expulsarlo con hechos o lógica. Tenemos que usar algo más fuerte. El amor de Dios es más fuerte que cualquier temor que podamos experimentar. El amor perfecto de Dios expulsa el miedo. 

Una de las cosas más asombrosas del amor de Dios es que, muchas veces, la mejor manera de experimentarlo es salir y amar a los demás, justo en medio de tu miedo. Quítate el miedo a ti mismo y a los demás. Ve a servir a alguien que lo necesite, aunque tengas miedo. Cuando empieces a experimentar el amor de Dios en acción, fluyendo a través de ti, expulsará el miedo. 

El miedo no desaparece por sí solo. Este crece en la oscuridad. Encoge nuestro mundo. La única forma de vencer el miedo es exponerse voluntariamente a lo que temes en pequeñas dosis. Da pequeños pasos de fe (con sabiduría) hacia lo que temes. Cuando Dios te sostenga en cada paso, construirá más fe para continuar. Pero hay que seguir avanzando con valor. Hazlo temeroso, sabiendo que nada puede separarte del amor de Dios (Romanos 8: 38-39).

Sé valiente. El amor de Dios es la fuente de la seguridad, conexión y el control que estás buscando. Expresa ese amor a los demás. Vive en ese amor.