El Camino Del Dolor

“¡No! ¡No! ¡No!” Mi voz retumbaba en las paredes áridas y blancas del vestíbulo del hospital mientras mi cuerpo estaba congelado. Esto no podía estar pasando... de nuevo. 

Nos encontrábamos en un lugar de pérdida y el dolor nos fulminó como un rayo. Repentino. Feroz. Paralizante.

¿Dónde  estabas cuando te golpeó el dolor?

Cuando nos enfrentamos a un aborto recurrente, nos encontramos vacilando de emoción en emoción, a veces fuertes, pero a menudo agotados y debilitados por el dolor de las lágrimas, la incertidumbre y el vacío.

¿A qué te has enfrentado durante tu camino? Un versículo con el que nos identificamos dice: “Nunca olvidaré este horrible momento, mientras lloro mi pérdida. Sin embargo, me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo esto:  ¡El gran amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias nunca cesan” (Lamentaciones 3:20-22).

Tu camino de dolor es único para ti y oramos para que te aceptes a ti mismo mientras estás afligido. Miramos la palabra de Dios para entender mejor sobre el dolor. En las Escrituras Dios lamentó la desobediencia de su pueblo (Jueces 10:16), Ana se afligió por no poder tener un hijo (1 Samuel 1:16) y Rebeca e Isaac se entristecieron cuando su hijo se casó con una mujer fuera de su tribu (Génesis 26:35) (Elwell y Beitzel, 1988). Jesús incluso se entristeció por la muerte de Lázaro, aunque Él sabía que le devolvería la vida (Juan 11:33-35). Si nuestro Señor se aflige, está bien que también nosotros nos aflijamos. 

Al reflexionar sobre tu camino de dolor, mira las Escrituras. ¿Con qué experiencias de aflicción puedes identificarte? ¿Qué puedes aprender de las fortalezas (y debilidades) de los que te han precedido?

Oremos.

Dios, 

Necesito tu consuelo y fortaleza. Estoy sufriendo, pero me apoyo en Ti y te alabo. Gracias por llenar las Escrituras de páginas con historias que me pueden enseñar cómo vivir una vida que sea agradable a Ti, especialmente cuando enfrento tiempos difíciles. Abre mis ojos para que pueda aprender de Ti.

Amén.