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¿Quién es mi prójimo?
Por S. George Thomas
Un día, un abogado vino a Jesús y preguntó “Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?” Jesús lo miró y en lugar de respoderle, le hizo una pregunta al intérprete de la ley: “Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?” Sin dudar, el jurista enumeró rápidamente: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Despúes de felicitar al abogado por su respuesta, Jesús lo mandó a hacer exactamente eso si quería la vida eterna. El abogado no tenía ningún problema con amar a Dios, pero quería una aclaración. Así que continúo presionando a Jesús y le preguntó: "Y quién es mi prójimo?” En otras palabras, estaba diciendo: Dime a quién tengo que amar y a quién no tengo que amar. ¿A quién tengo que aceptar y a quién puedo rechazar? ¿A quién tengo que alcanzar y quién puedo ignorar? ¿No hay algunas personas que son merecedoras de amor y otras que no?
Jesús se rehusó a responder la pregunta del hombre otra vez. En su lugar, relató una histora. El escenario era casi cómico: El intérprete de la ley preguntó “¿Quién es mi prójimo?” y Jesús le respondió con “Un hombre judío bajaba de Jerusalén a Jericó ….” ¿Puedes imaginarte la frustación del letrado de la ley? Él solo quería una respuesta simple y Jesús comenzó a contar una historia sobre un hombre que viajó de Jerusalén a Jericó. Pero era mucho más que una historia. Había un propósito, profundidad y detalles en esta historia que Jesús incluyó específicamente para exponer todas las excusas que usamos para evitar amar y conectarnos con los que están a nuestro alrededor.
Todos los que escucharon a Jesús ese día sabían que de Jerusalén a Jericó eran 18 millas que cruzaban las montañas y descendían unos 3,300 pies. Y definitivamente no era un camino que querrías recorrer en la oscuridad, porque era sabido que era donde se escondían los bandidos.
Por supuesto, el hombre fue atacado por ladrones, le quitaron la ropa, y lo golpearon hasta dejarlo inconciente y lo tiraron en una zanja al lado del camino para que muriera. Eventualmente, pasó un sacerdote. En esos tiempos, los sacerdotes ocupaban los lugares de mayor riqueza, poder y respeto en todo Israel. Como líderes tanto políticos como espirituales, eran el pináculo de la sociedad judía. Cuando este sacerdote vio al hombre cubierto de polvo y sangre tirado al lado del camino, cruzó al otro lado del camino para no pasar cerca de él. El sacerdote fue seguido de un levita—otro líder espiritual. Al ver que el hombre había sido golpeado por bandidos, temiendo por su vida, pasó tan rápido como pudo.
Ahora, es aquí donde Jesús hizo algo absolutamente valiente: introdujo a un samaritano como el héroe de la historia. Y esto fue tan revolucionario porque a los judíos les disgustaban los samaritanos; los detestaban. Había un odio tan profundo hacia los samaritanos que los judíos cantaban canciones en sus sinagogas sobre cuán estúpidos eran. ¡Hasta hay evidencia de que algunas de las oraciones que se decían en las sinagogas durante el primer siglo incluían peticiones a Dios para que los samaritanos no fueran admitidos en la vida eterna! ¿Puedes imaginarte sus oraciones? “Dios, oro por mi esposa, mis hijos, mis padres. Ah, y por favor no permitas que ninguno de esos samaritanos entre al cielo. Gracias, amén.”
Jesús estaba muy al tanto del odio de los judíos por los samaritanos, y el propósito de hacer al samaritano el héroe de Su historia era tanto deliberado como significativo. Cuando el samaritano llega donde está el hombre herido, tuvo compasión. Limpió las heridas del hombre y le dio primeros auxilios. Luego lo puso sobre su burro y lo llevó al poblado más próximo (que probablemente era un pueblo judío) donde pagó por una habitación en un mesón.
Al terminar la historia, Jesús se volvió al abogado y le preguntó “Ahora bien, ¿cuál de los tres te parece que fue el prójimo del hombre atacado por los bandidos?” Mirando hacia abajo el abogado no pudo obligarse a responder “el samaritano.” En vez de eso dijo entre dientes “El que mostró compasión.” “Así es” respondió Jesús. “Ahora ve y haz lo mismo.”
Así que ¿cuál es la diferencia principal entre el sacerdote, el levita y el samaritano? Todo se reduce a una palabra … compasión. Cuando vió al hombre herido, el samaritano no le dijo “deberías haber sabido”, ya que cualquiera que fuera tan bobo para jugar con fuego al viajar por un camino difícil de Jerusalén a Jericó se merecía cosechar las consecuencias de su mala decisión. No, lo levantó y lo llevó a un lugar para que sanara.
Pregúntate tú hoy “¿Quién es mi prójimo?” Son todos los que han sido robados por los matones y bandidos del mundo—temor, desesperanza, duelo, dolor, probreza, enfermedad, odio, miseria—golpeados y dejados por muertos. Están a la vuelta de cada esquina—de todos los niveles. Nadie está exento. Nadie pasa sin ser tocado.
¿Mantenemos nuestra distancia? ¿Fingimos que no vemos su dolor y nos apresuramos a seguir con nuestras vidas? ¿Nos decimos a nosotros mismos “Oraré por ellos" y continuamos nuestro camino? ¿O permitimos que nuestos corazones sean conmovidos por la compasión? ¿Nos detendremos—aún si estamos bien o estamos haciendo algo espiritual—y nos acercaremos a los que están heridos … perdidos y solos … los rodearemos con nuestros brazos y los llevaremos a un lugar donde puedan encontrar vida, esperanza y sanidad?
Pídele a Dios que suavice tu corazón por los que están a tu alreadedor—tus vecinos, tus compañeros de trabajo, a los que te encuentras. Pídele que produzca amor y compasión dentro de ti por ellos y sus necesidades. Pídele que te de el valor y la sabiduría para caminar con ellos y ofrecerles esperanza y vida.
La compasión es la habilidad de ver más allá de la arrogancia del hombre y mujer pecaminosos hacia el alma rota de los seres humanos … dentro del corazón que necesita desesperadamente la gracia de Dios.
~ Matt Chandler
Versículo de memoria
¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él? ¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se lo diga? ¿Y cómo irá alguien a contarles sin ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: «¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!» Romanos 10:14–15
Escritura
Acerca de este Plan
Este devocional de 21 días de Gateway Church busca animarte e inspirarte a seguir la Gran Comisión de Jesús: "Vayan por todo el mundo y anuncien las Buenas Nuevas a toda criatura" (Marcos 16:15 NVI).
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