Afanosos por NadaMuestra

¿Y si la ansiedad te acercara a Jesús? Jordan se pasó un año entero orando para que su ansiedad desapareciera hasta que descubrió all más profundo—una relación más fuerte con Jesús. Tal vez puedas identificarte con su historia: 

«Pienso que me voy a morir.»

Eso es exactamente lo que pensé en numerosas noches de insomnio el año pasado. Intentaba quedarme dormido, solo para despertarme aterrorizado sin ninguna razón en particular. Mi pecho estaba tenso. Sentía que me estaba ahogando, y no podía respirar muchas veces. El ciclo se repetía, y eventualmente me resignaba a dormir en el sofá para dejar de despertar a mi mujer. 

Un día, fui al medico a explicarme mis síntomas—el dolor de pecho, los problemas para dormir y los ataques de pánico. Después de un par de tests al lo largo de varias visitas me diagnosticó ansiedad. ¿Puedo ser sincero? Me hizo sentido como que había fallado como cristiano. ¿No había estado rezando contra esto de la manera correcta? Se supone que no debo lidiar con esto, Me decía a mí mismo, se supone que debo tener paz no preocupación—¡eso es lo que Jesús dijo que hiciéramos!

Después de seguir las instrucciones del doctor y empezar a tomarme una pequeña dosis de medicación, segue orando para que la ansiedad se fuera. No quería seguir lidiando con ella más.

En 2 de Corintios 12, en la traducción NVI, Pablo describe su «aguijón en la carne». Si bien nunca sabremos de manera segura cuál era ese «aguijón», la ansiedad puede sentirse como tal para mucha gente, incluyéndome yo. Pablo dijo que le rogó al Señor tres veces que se lo quitara, pero en cambio, Jesús le dijo, «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.»

La gracia de Jesús es suficiente, no importa las circunstancias. Cuando comencé a orar por al sanidad, comencé a acercarme a Jesús. Al igual que a Pablo, Dios no me quitó mi propio «aguijón». Sin embargo, Me he dado cuenta de que me apasiona más leer Su Palabra, y que he orado más que nunca.

Pensaba que lo que necesitaba era una curación para mi ansiedad. En realidad, necesitaba más de Jesús. Ahora bien, no estoy diciendo que si hubiera estado más cerca de Jesús no hubiera tenido ansiedad. Tampoco voy a parar de orar para que la ansiedad se vaya. Voy a seguir orando para que este aguijón al igual que Pablo lo hizo. 

Pero me está sucediendo algo aún mejor que curarme instantáneamente de la ansiedad: Estoy desarrollando un entendimiento más profundo de Dios y una relación más rica con Él. 

En vez de estar orando por la paz, me encontré a mi mismo acercándome al Príncipe de la Paz. Cuando empiezo a preocuparme por mi futuro, me recuerdo a mi mismo que Él es el Alfa y el Omega—el principio y el fin, el primero y el último.

Oré para que mi ansiedad se fuera, pero encontré algo mucho mejor: la abrumadora, amorosa presencia de Jesús en mi vida—incluso en medio de la ansiedad.

-Jordan