Pasos hacia ShalomMuestra
¡Ama la paz y persíguela!
En Levítico 13:2, aprendemos que cualquiera que sospechara que podría tener la “la piel de su cuerpo como llaga de lepra”, en hebreo tzara'at, tenía que ver a Aarón, el Sumo Sacerdote, o uno de sus descendientes. Ahora bien, la última vez que pensé que algo andaba mal en mi cuerpo físico, fui al médico.
¿Por qué se les ordenó a los hijos de Israel que acudieran a un sacerdote, específicamente a Aarón, o a uno de sus hijos?
Los sabios judíos enseñan que tzara’at no era una enfermedad física como las demás. Era primariamente una enfermedad espiritual que tenía síntomas físicos, razón por la que se necesitaba más un sanador espiritual que un médico especialista. La raíz de esta aflicción espiritual/física estaba el pecado de hablar mal de los demás. Ya sea que una persona se dedicara a cotillear regularmente o calumniara a otros con mentiras, el resultado era esa enfermedad cutánea contagiosa.
Los rabinos enseñan que una justificación común entre los que cotillean es: “¡Pero es verdad!” Justificamos nuestras acciones explicando que si algo es verdad, está bien decirlo. Nos escondemos detrás de la noción de que "los otros necesitan saber la verdad", lo cual puede ser apropiado en algunos casos extremos, pero no suele ser el caso cuando se trata de cómo te trató Susan ayer o de lo que escuchaste a Bill decir sobre Gary en la reunión. Entonces, aunque podemos pensar que les estamos haciendo un favor a los demás al compartir la verdad con ellos, el hecho es que les estamos causando un tremendo perjuicio a todos al crear brechas entre las personas y cortar los lazos de la humanidad.
Esta es la razón por la que el cotilla fue enviado a Aarón. Aarón era el campeón de shalom, incluso a costa de la verdad. Así es como actuaría Aarón: tan pronto como oía que dos personas estaban peleando, iba a cada lado y decía que el otro estaba arrepentido. Exageraba lo mal que cada uno se sentía y las cosas buenas que decía una parte sobre la otra.
Esto crearía el espacio para que ambos lados se reuniesen y se reconcilasen. Sí, Aarón comprometía la verdad, pero por el bien de la paz. Esto, según el judaísmo no sólo es permisible, sino que es aconsejable. Hillel el Anciano solía decir: “Sé un discípulo de Aarón: ama la paz y persíguela”. Encontramos la misma directriz en los Salmos donde leemos: "Busca la paz, y síguela" (34:14).
Si Aarón fue capaz de sacrificar la verdad por el shalom, cuánto más debemos evitar comprometer el shalom por el bien de la “verdad”. Usemos nuestras palabras para unir a las personas. Construyamos puentes y ayudemos a reconciliar viejas divisiones. ¡Ama la paz y persíguela!
Paso 7: Proclama palabras de shalom. Nuestras palabras tienen el poder para crear paz o destruir relaciones. La lengua es un arma poderosa. Decide utilizar el poder de tus palabras para el bien; para unir a las personas, crear vínculos significativos con los demás y disipar conflictos mientras se establece el shalom.
Escritura
Acerca de este Plan
En el judaísmo, la paz (shalom) tiene sus raíces en la palabra hebrea shalem, que significa “total” o “completo”. El verdadero shalom implica que las diversas partes dejan de lado sus diferencias a propósito y acuerdan ver el bien el uno en el otro, no sólo viviendo juntos sino entre sí por un llamado o propósito superior. Este plan devocional explora 12 pasos diferentes que todos podemos dar para lograr shalom en nuestras vidas.
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