Duelo con esperanza después de un aborto espontáneo por Adriel BookerMuestra

Día cinco

Una invitación al lamento

Escritura: Salmos 130:1-2

Nada de lo que he vivido me ha hecho estar más desesperada por la esperanza del reino venidero que estar montada en un retrete, sangrando vida desde mi vientre. Nunca supe que podía llorar tanto. O tener tanta esperanza. 

Mientras lloraba la pérdida de mis bebés, tuve que aprender el canto del lamento. El lamento es el lenguaje del dolor teñido de la esperanza de la liberación. Era algo nuevo para mí, incómodo y desconocido. Crecí cantando sobre lo maravilloso que es Dios y cómo mi alma lo anhela y cómo brilla Jesús, pero dar voz a la angustia y al quebranto: eso tuve que aprenderlo en la oscuridad, con los brazos abiertos, tropezando con mi camino. 

El lamento es algo más que tristeza; él reconoce la injusticia mezclada con nuestro dolor. Casi la mitad de los Salmos están dedicados al lamento, tanto grupal como personal. Sin embargo, está casi ausente de nuestros ordenados himnos del domingo por la mañana. Nos sentimos mucho más cómodos celebrando la victoria de Jesús que dando espacio a la razón por la que lo necesitamos en primer lugar. Y así, cuando el sufrimiento llega como una bola demoledora a nuestro acogedor mundo, nos toma de sorpresa. 

El lamento nos invita a un espacio liminal. La palabra liminal connota la idea de un umbral, un espacio entre lo que fue y lo que será. La implicación es un avance hacia algo nuevo, pero no sin antes ser transformado. Los espacios liminales parecen desorientadores porque así lo son. 

En medio del duelo, puede parecer que tu viejo mundo se está desmoronando sin que puedas avisor el nuevo. Puede que sientas moverte hacia un nuevo tipo de fe al darte cuenta de que la bondad de Dios no depende de tus circunstancias ni de tu comodidad. (No sé tú, pero yo a veces soy culpable de disfrutar de las circunstancias favorables y proclamar: "¡Qué bueno es Dios!", mientras que me olvido de proclamar Su bondad cuando la vida se desenvuelve con dolor). 

Es como aprender a abrir los ojos bajo el agua: Aunque sabes que se puede, al principio es incómodo, aterrador y engorroso. Pero, cuanto más practicas, más natural y liberador te parece. Abrir bien los ojos a la bondad de Dios, incluso en medio de la pérdida, cambia la forma en que se ve todo lo demás. 

¿Cómo sería el lamento en tu vida hoy? ¿Has experimentado este espacio liminal del lamento, como si estuvieras entre la vida tal y como era y la vida tal y como será? (Explica)