«Juntamente con Él»Sample
«Se trata de obedecer»
En Hechos 8, un ángel del Señor habló a Felipe enviándolo a un lugar específico. Felipe obedeció. Sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace, reina de los etíopes, había venido a aquel lugar para adorar. Volvía sentado en su carro, y leía al profeta Isaías. En ese preciso lugar y momento histórico, el Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro». Felipe una vez más obedeció y preguntó al eunuco si entendía lo que leía. Él respondió que no, y que necesitaba que alguien le explicara. «Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el Evangelio de Jesús». ¿Cómo termina la historia? ¡El eunuco creyó y fue bautizado!
En este relato encontramos detalles muy importantes. En primer lugar, Felipe no buscaba resultados, sino obedecer a Cristo. Cuando el ángel le habló, Felipe se encontraba en Samaria. Allí había un gran avivamiento, pero Dios lo enviaba al desierto, a predicarle a una sola persona. ¡Esto contradice todas las expectativas! ¿Cómo iba a salir Felipe de un lugar en donde era «más efectivo», y donde mucha gente se convertía, para irse al desierto, dejándolo todo, por una sola persona? Felipe conocía el corazón del Señor y sabía que Dios es quien construye la iglesia, y que si no es Él quien la construye, en vano trabajan los que la edifican.
Así fue que en obediencia se movilizó 100 kilómetros hasta el lugar donde el Señor lo mandaba. ¡No se le ocurrió decirle que el lugar quedaba lejos o que tal vez era mejor que les pidiera a los que estaban en Jerusalén que fueran ellos, ya que les quedaba más cerca! No lo hizo, porque su privilegio era estar en el lugar donde Dios quería que él estuviera. Porque para los hijos de Dios, el éxito es la fidelidad, lo máximo que podemos alcanzar como Sus hijos.
Otro detalle es que el eunuco etíope, había ido a Jerusalén ¡para adorar! Esto no es un detalle menor. De Etiopía a Jerusalén hay más de 2500 kilómetros de distancia, y si a esto le sumamos que iba en un carro tirado por un solo caballo, podemos afirmar, que el eunuco tardó cerca de un mes y medio en llegar a Jerusalén para adorar a Dios. Cuando uno repasa estos detalles, entiende un poco mejor por qué Dios se ocupó de ese hombre. ¡Dios vio su corazón!
Si repasamos la historia, vemos que la segunda nación africana que fue declarada cristiana en el año 200 ¡fue Etiopía! Me pregunto... ¿quién habrá llevado el evangelio a ese lugar?
No son las cifras. Es el propósito, es la voluntad de Dios. ¡Dios siempre hace lo que conviene!
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Cuando pensamos que nuestras necesidades están por encima de Su voluntad, Su Palabra nos ubica en la realidad que no se trata de nosotros, sino que se trata de Él, de Su reino y que, por sobre todas las situaciones, obedezcamos.
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