Dos obstáculos a la voluntad de DiosSample
Dos señales sobrenaturales más
Dios le dio a Moisés dos señales más de su presencia y autoridad porque sabía que una sola señal no sería suficiente para convencer al faraón de dejar ir a los israelitas; conocía la dureza de su corazón y la usaría para mostrarle su poder a los israelitas y a los egipcios. Así que Dios le dijo a Moisés: «Ahora mete la mano en tu seno» (Éxodo 4:6), ¡cuando la sacó su mano estaba blanca de lepra! «Vuélvela a meter», le dijo Dios, y Moisés la sacó restaurada.
La lepra era una enfermedad temida. Su víctima se volvía inmunda según la ley judía, y no podía estar en la presencia de Dios para adorarlo. La vida de Israel como esclavos de los egipcios había hecho que ya no fueran aptos para la adoración —los había hecho inmundos—, pero Dios era capaz de limpiarlos y traerlos a su presencia libres y sin mancha. La demostración de enfermedad y sanidad de la mano de Moisés, cuando era escondida y sacada a la luz, mostraba el poder de Dios para sacar a su pueblo y hacer que su adoración fuera aceptable a sus ojos.
La tercera demostración no era menos dramática que las primeras dos. «Y sucederá que si no te creen, ni obedecen el testimonio (ni escuchan la voz) de la primera señal, quizá crean el testimonio de la segunda señal. Pero si todavía no creen estas dos señales, ni escuchan tu voz, entonces sacarás agua del Nilo y la derramarás sobre la tierra seca; y el agua que saques del Nilo se convertirá en sangre sobre la tierra seca» (Éxodo 4:8-9).
Para los egipcios el Nilo era equivalente a la vida. Era su provisión de agua, su fuente «divina» de vida y sustento. Se congregaban alrededor del Nilo, lo reverenciaban y dependían de él, y los israelitas lo sabían. Pero Moisés sacaría agua del Nilo y convertiría esa agua en sangre, mostrando así que el poder sobrenatural, dador de vida de Yahweh, sobrepasa cualquier otra fuente de poder. Para Israel la demostración diría que la fuente de poder de los egipcios era «propiedad» del Dios de Abraham, Isaac y Jacob. (Por cierto, cuando faraón vio esta pequeña demostración, debería haber aprendido su lección... pero por el endurecimiento de su corazón en contra de Israel y de su Dios, finalmente, todo el Nilo se convertiría en sangre).
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Hay dos obstáculos que nos pueden impedir que descubramos y hagamos la voluntad de Dios. Moisés se acercó a la zarza ardiente en medio de la nada y escuchó a Dios hablarle allí. Pero tan pronto Moisés escuchó lo que Dios le quería decir encontró dos obstáculos significativos. Esas mismas cosas pueden llegar a ser barreras para ti y para mí.
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