Sexta Palabra

REDENCIÓN

No es casualidad que Ana hable de redención en este momento. Ella ha conocido a José y María, quienes están "redimiendo" a Aquel que un día redimirá a la humanidad.

Exploremos la palabra redención. Describe el proceso de redimir algo o alguien. Tienes que redimir para tener redención.

Desglosando esto aún más, es importante notar que la raíz de redimir es considerar. Considerar es asignar valor. Decimos: "¿Cuál consideras que es el valor de esa propiedad?". Entonces, redimir es revaluar algo, particularmente comprándolo de nuevo. Si compras algo, lo pierdes y luego lo vuelves a comprar, lo has redimido.

En este momento asombroso en el templo, Ana comienza a dar gracias y alabar a Dios, porque el Espíritu le ha revelado la verdad. Este bebé es el Redentor de Israel tan esperado. Ana conocía las Escrituras, incluida la profecía de Isaías 59:20: "El Redentor vendrá a Sión, y traerá a Sión a los cielos, y traerá a los cielos a los que se apartaren de la iniquidad en Jacob, dice el Señor."

Sión es el nombre profético del monte del templo en Jerusalén.

Así, Ana, después de ochenta y cuatro años de oración, ayuno y servicio en el templo, ve con sus propios ojos cómo se cumple esta profecía. El Redentor ha llegado a Sión.

La redención es el tema principal de la Palabra de Dios. Cuando tienes la Biblia en tus manos, tienes en tus manos una historia de redención. La más grande de todos los tiempos, de hecho. Por necesidad, cada historia de redención comienza con una pérdida, a menudo por robo o traición. Esta historia no es diferente. En las primeras páginas de la Biblia, vemos a nuestros antepasados ​​originales traicionar al Creador amoroso que nos había dado la salvación los puso a cargo de un jardín, así como del mundo más amplio en el que se encontraba ese jardín. Esa traición da como resultado que se vendan como esclavos.

Mientras un Padre amoroso revela Su plan para comprar de nuevo a la humanidad y restaurarnos a la libertad, vemos repetidamente tipos, imágenes y presagios de esta narrativa de redención en las páginas de esa historia.

Isaac está condenado a morir como sacrificio, cuando en el último minuto, Dios proporciona un carnero como sustituto, comprando efectivamente la vida y la libertad del niño. Rut, desamparada en una tierra extranjera por la muerte de su esposo, es rescatada de la pobreza por un "pariente redentor" que paga el precio que la restaura a la tierra y el hogar de su esposo.

La Biblia rebosa de ejemplos de este tema, pero quizás la más hermosa e impactante de ellas es la historia del profeta Oseas y su esposa infiel. Todo el libro de Oseas es esencialmente la historia de un profeta a quien Dios le pide que viva una narrativa de redención como un mensaje profético a la nación espiritualmente infiel de Israel.

En el primer capítulo, Dios le ordena a Oseas que vaya a comprar la libertad de una prostituta y la convierta en su esposa. Él lo hace y tienen tres hijos juntos. Pero finalmente ella decide regresar a su vida anterior, convirtiéndose en una esclava sexual literal nuevamente. Luego, en el capítulo tres, Dios le ordena a Oseas que vaya a comprar su libertad una vez más y que la restablezca como su esposa. Y él lo hace (Oseas 3:1-2). Toda la serie de eventos es una poderosa imagen profética en dos niveles.

Primero, muestra cómo Dios, como esposo espiritual de Israel, finalmente buscaría y perdonaría a Israel, a pesar de que la nación que Dios inicialmente había redimido de la esclavitud en Egipto se había extraviado en el adulterio de la idolatría. Esa infidelidad finalmente llevaría a la nación de Judá al exilio y a permanecer cautiva en Babilonia durante setenta años. Aun así, Dios vendría y la redimiría por segunda vez, y la conduciría de regreso a la tierra prometida.

En un nivel superior, Oseas está describiendo proféticamente cómo Dios envió a Su propio Hijo sin pecado como el precio de compra para redimir a la humanidad perdida y moribunda de regreso a Él. ¡Qué precio pagó! ¡Qué amor y misericordia mostró al rescatarnos de la esclavitud, el pecado y la muerte!

Jesús dijo una vez a sus discípulos: “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).

Hay un mensaje poderoso y personal aquí para ti y para mí. Esta historia nos dice a gritos que incluso cuando nos alejamos de Dios, incluso cuando nuestra infidelidad nos pone en esclavitud a las consecuencias y las maldiciones, nuestro Padre fiel y perdonador nos persigue con su amor. Él está siempre dispuesto, siempre capaz de redimirnos y restaurarnos.

Eso es lo que Ana vio proféticamente cuando miró el rostro de Jesús bebé, en el patio del templo ese día. Por eso testificó de ello “a todos los que esperaban redención en Israel”.

Sin duda, la sexta palabra del Nacimiento es redención.