Adoración en unidad

La adoración no es un momento personal aislado, es un llamado a unirse como familia espiritual. En el libro de los Hechos, vemos a la iglesia primitiva reuniéndose unánimes, compartiendo todo y adorando con un solo corazón. Esa unidad no solo los fortalecía, sino que era una evidencia poderosa para el mundo de la obra de Cristo. Sin embargo, vivimos en una época donde las diferencias pueden levantar muros más rápido de lo que construimos puentes.

Dios nos llama a algo radical: dejar de lado el ego, los desacuerdos y los intereses personales para adorarlo juntos. Cuando nos alineamos como un solo cuerpo, la presencia de Dios se manifiesta de una manera única. La adoración comunitaria no se trata solo de cantar al mismo tiempo, sino de ser una iglesia que camina junta, ama junta y se rinde junta ante el Rey.

En la cruz, Jesús no solo rompió las barreras entre nosotros y Dios; también rompió las barreras entre nosotros como seres humanos. La verdadera adoración nace cuando dejamos de lado nuestras diferencias y reconocemos que en Cristo somos uno.

"El enemigo celebra la división, pero el cielo se estremece cuando la iglesia adora unida".

Oración:

Señor, enséñame a ver a mis hermanos como Tú los ves. Ayúdame a ser un instrumento de unidad y no de división. Que nuestra adoración como iglesia refleje el amor que nos une en Cristo, y que el mundo vea en nosotros la evidencia de Tu poder. Amén.

Acción práctica:

Identifica un área de tu vida donde la división puede estar afectando tu relación con otros creyentes. Da el primer paso hacia la reconciliación, ya sea con un mensaje, una llamada o una conversación honesta. Hazlo con amor y humildad, buscando glorificar a Dios a través de la unidad.