Un liderazgo transformadorSample
Lidera con longanimidad
Todo liderazgo está sometido aún sin número de presiones de fuera y de dentro de la institución donde sirve. A esto hay que añadirle sus propias luchas espirituales, y toda la presión por mantenerse alineado y coherente en su relación con Dios, su testimonio y su servicio. Si las presiones habituales del ministerio se convierten en un tropiezo para el líder, en un obstáculo que le reduce y le debilita hasta caricaturizar su carácter, entonces tendrá que pedir a Dios longanimidad. Esta virtud consiste en la capacidad de conservar el buen ánimo en medio de la adversidad y continuar adelante hasta acabar la carrera emprendida.
Jeremías es un claro ejemplo de un líder que tuvo que integrar a su ministerio la longanimidad. Hubo un momento en que las presiones le jugaron tan mala pasada, que él mismo quiso abandonar aquello para lo cual Dios le había llamado. Dios, desde su bondad infinita, alecciona al profeta: “Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?” (Jeremías 12:5). Si Jeremías no podía mantenerse en pie en batallas más pequeñas, ¿cómo iba a mantenerse ileso en las batallas más grandes? Todos sabemos que Jeremías continuó adelante… descubrió el secreto de la longanimidad. Soportó presiones inimaginables y dio testimonio hasta el fin. Su liderazgo sigue siendo de inspiración para nosotros hoy, la fuerza de su servicio nos reta a aprender las lecciones que él aprendió.
Hoy se enfatiza mucho en el carisma, en las dotes histriónicas del líder para la oratoria, en su capacidad de convocación, en su habilidad para dirigirse a las multitudes y todo eso suena genial y divertido. Sin embargo, cuando miramos a nuestro alrededor y descubrimos la cantidad de líderes heridos por las muchas penas vividas, defraudados, desalentados, con amargura y frustración, nos preguntamos si acaso no estamos entendiendo algo que deberíamos entender. Las aflicciones son intrínsecas al servicio piadoso, por eso Pablo decía que el siervo de Dios tiene que ser sufrido (2 Timoteo 2:24). La longanimidad es un salvavidas ante los mares tempestuosos de la aflicción.
Hermanos, conservemos nuestra alegría triunfal en Cristo, bajo cada presión, en cada momento aciago. No nos desalentemos jamás, seamos resilientes en Dios, lineales, difíciles de alterar, sobrios y consistentes. ¡Seamos líderes longánimes!
Scripture
About this Plan
Todo liderazgo piadoso ha de ser transformador. Dios nos ha llamado a ser instrumentos de cambio en sus manos y para su gloria. Si usamos la Biblia como mapa infalible podremos ser eficaces en esta preciosa tarea. Tenemos que actuar, este es nuestro privilegio.
More