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¿Cómo ayudamos a cambiar la eternidad de otros?
Cambiar la eternidad de una persona suena como una tarea enorme: ¡Es cambiar el lugar de dónde pasará su eternidad! Suena muy presumido pensar que podríamos, por nuestras acciones y palabras, literalmente cambiar el destino eterno de otro. No parece ser algo que un Cristiano “normal” podría hacer.
¿De verdad podemos cambiar la eternidad de otra persona? Por un lado, no: nadie menos Dios puede transformar a alguien de ser hijo de su ira, a su hijo querido y adoptado. Pero por el otro lado, sí: Dios cambia la eternidad de las personas a través de sus hijos e hijas. Por esta razón, sí podemos ayudarle a cambiar la eternidad de otros.
Entonces, ¿Cómo colaboramos con Dios para cambiar la eternidad de otro? En la Gran Comisión, Jesús nos instruye a guiar a todas las personas a tener una relación con Él, y ayudarles a seguir y crecer en esta relación. Así es como ayudamos a Dios a cambiar la eternidad de otros.
La primera parte de cambiar la eternidad de otra persona es traerla de donde está — lejos de Dios —, al momento de entrar en una relación con Cristo. Es llevarlo al punto en donde quiere saber cómo entrar en paz con Dios, explicarle la decisión de seguir a Cristo y ayudarle a tomar esa decisión. Nosotros participamos en cambiar la eternidad de otros cuando les ayudamos a llegar al momento de tomar su decisión de arrepentirse y bautizarse, y así empezar a seguir a Jesús.
La segunda parte de cambiar la eternidad de otros es ayudarles a crecer en su relación con Cristo. La Biblia describe al nuevo seguidor de Jesús como un bebé: Viene empezando. Entonces, también cambiamos el mundo cuando ayudamos a los que han tomado la decisión inicial de seguir a Jesús a madurar: a imitar a Jesús en sus vidas, a dejar sus viejos hábitos, a tratar a otros como Jesús los trataba, a desarrollar el carácter de Cristo, a pasar tiempo con Jesús y Dios el Padre.
En términos prácticos, la idea de dar nuestra vida radicalmente para cambiar la eternidad de otros no es complicada. Consiste en pasar tiempo con otras personas (tanto Cristianos como no-Cristianos), orar por ellos y hablar de Jesús en cada oportunidad que tenemos y ayudar a estas personas a tomar su próximo paso para acercarse más a Dios.
Así cambiamos el mundo. Nosotros imitamos a Jesús cuando vivimos nuestra vida radicalmente enfocados en ayudar a otros a conocer a Dios, seguir a Jesús y madurar como Cristianos. Así cambiamos su eternidad. Así cambiamos el mundo.
About this Plan
La llamada que Jesús hace a sus seguidores es una llamada radical: es radical porque requiere un cambio de vida muy drástico; es radical porque significa perder la vida; es radical porque significa vivir una vida totalmente diferente de lo que normalmente viviríamos. En este plan, veremos la llamada radical que hace Jesús, y aprenderemos cómo entregarnos más a Él.
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