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¡Oh, Noche Santa!Sample

¡Oh, Noche Santa!

DAY 2 OF 10

En nuestro pleno sombrío invierno

"Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para […] librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre" (Hebreos 2:14-15)

Es probable que no haya sido un «pleno sombrío invierno» cuando Jesús nació. Por el clima de Israel, seguramente no gemía ningún «gélido viento», ni «había nevado, nieve sobre nieve».

Pero estos versos inquietantes del poema de Christina Rosetti, del siglo XIX, que ahora se cantan en Navidad, siguen resonando como una verdad profunda.

Al describir la venida de Cristo durante lo más duro del invierno, Rosetti pintó un cuadro de un mundo endurecido con una tremenda necesidad de esperanza. Sus palabras: «la tierra dura como el hierro, el agua como una piedra» apuntaban más allá de lo literal a la condición del corazón humano: lastimado y endurecido por el dolor y la muerte.

Y en nuestros inviernos más sombríos, Cristo viene.

Aquel a quien, como escribió Rosetti, mientras «querubines y serafines abarrotaron el aire», «un establo bastó», con la humildad de vivir «en todo semejante a sus hermanos» (Hebreos 2:17).

Jesús entró en nuestro mundo para «librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre» (v. 15); para liberar nuestro corazón y permitirnos experimentar gozo.

Es un regalo imposible de expresar con palabras y de retribuir. Como concluyó Rosetti: «¿Qué puedo yo darle, pobre como soy?». Pero nuestra oración puede ser: «lo que puedo dar se lo doy: le doy mi corazón».

Monica La Rose

Querido Jesús, por favor, ayúdame a darte mi corazón.

¿Cómo estás experimentando un «pleno sombrío invierno»? ¿Cómo brinda esperanza el regalo de Cristo?

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