La paternidad a la manera de DiosSample
Aspectos que favorecen una crianza exitosa: Las finanzas
La Palabra de Dios tiene mucho que decir en cuanto a cómo debemos manejar el dinero. Una de las mejores cosas que usted puede hacer por sus hijos es inculcarles una visión sana y piadosa de los recursos financieros. La mayoría de la gente está familiarizada con 1 Timoteo 6.10: "Raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores". Una actitud codiciosa hacia el dinero es desastrosa. El versículo 9 enseña que los que buscan enriquecerse se hundirán “en destrucción y perdición".
El Señor Jesús advirtió: “Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y estar esclavizado al dinero” (Lucas 16.13 NTV). Un deseo incontrolado de riqueza es tan solo incompatible con el amor a Dios, y las Sagradas Escrituras no ofrecen ningún medio para suavizar esta cruda verdad. La división de la mente descrita por el Señor no es sostenible. Como la riqueza compite con Dios por nuestra devoción, una de ambas triunfará y la otra será despreciada. Aunque Dios pueda decidir otorgar bendiciones de éxito financiero, ellas deben recibirse con gratitud y gran cuidado para que no alejen nuestros corazones de Dios.
Cuando enseñe a sus hijos acerca de las finanzas, guíeles siempre para que desvíen su atención de los objetos materiales y se enfoquen en "las cosas de arriba" —principios espirituales y frutos del Espíritu. Cuando parezcan demasiado deslumbrados por las cosas de este mundo, recuérdeles con amor las palabras de Jesús: "No acumuléis tesoros en la tierra... sino acumulad tesoros en el cielo... porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mateo 6.19-21). Haga de esta transferencia de atención una práctica continua para usted y sus hijos, de modo que la actitud de su familia hacia el dinero no se corrompa por el deseo de acumular cosas. Los corazones que se fijan en los asuntos del Espíritu —devoción a Dios, obediencia, caridad, amor fraternal— son corazones que tienen su tesoro en el cielo, y tratarán de utilizar la riqueza material en la búsqueda de esas cosas.
La Biblia también nos ordena devolver a Dios el diez por ciento de nuestros ingresos (Levítico 27.30), y hacerlo es importante no solo para Él, sino también para nosotros. Diezmar requiere fe y obediencia. Hecho de manera consistente, aumenta nuestra capacidad de dejar ir nuestras finanzas y nos preserva de desarrollar un apego pecaminoso a las cosas materiales. Introduzca a sus hijos a esta práctica enseñándoles a diezmar cuando reciban su mesada o regalos monetarios de la familia. Diezmar de esta manera les enseñará a sus hijos a devolver cuando han recibido. Les enseñará que Dios siempre es lo primero. Y un corazón vuelto hacia el Señor en amor, y no hacia el dinero u objetos materiales, dará con alegría, agradará a Dios y cosechará muchas bendiciones.
Ahondemos más en este tema
1.¿Dónde está mi corazón cuando se trata de las palabras de Mateo 6.19-21? ¿He caído en el hábito de acumular para mí tesoros en la Tierra? Si es así, ¿cuáles son algunos pasos prácticos que puedo dar hoy para corregir esta inclinación en mí mismo y en mis hijos?
2. ¿He estado diezmando los ingresos de mi familia con diligencia? ¿Cuáles son algunos ejemplos que puedo compartir con mis hijos para mostrarles cómo Dios ha derramado con fidelidad sus bendiciones por nosotros, debido a nuestra obediencia?
3. ¿Cómo puedo ayudar a mis hijos a practicar una sabia mayordomía financiera? Por ejemplo, ¿qué puedo hacer para ayudarles a gastar con prudencia hoy para que no se endeuden en el futuro?
About this Plan
La Biblia nos dice que los hijos son un regalo de Dios. Sin embargo, criarlos puede ser un desafío inmenso y tal vez sea la tarea que exija más amor, paciencia y sabiduría. Gracias a Dios, Él nos ha proporcionado todo lo necesario. Acompañe al Dr. Stanley mientras le instruye e inspira a aplicar la sabiduría divina a la hora de criar a sus hijos a la manera de Dios.
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