La Última Semana De Jesús en JerusalénSample
"Al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado." (2 Cor. 5:21)
Mateo, el amigo de Jesús, registra en su evangelio que el complot para prender a Jesús fue orquestado desde el mismo miércoles en que Jesús descansaba, por parte de Judas, el traidor, y los sumo sacerdotes Anás y Caifás, autores intelectuales de tan vil infamia.
Sabemos que después de cenar con sus discípulos la noche del jueves, y como era su costumbre por esos días, Jesús se dirigió al Monte de los Olivos para orar. Judas sabía de antemano que lo encontraría allí y a este lugar se dirigió con varios hombres y oficiales del templo armados con cuchillos y palos.
Luego de darle el beso de la traición a Jesús, el maestro fue apresado por la guardia del sumo sacerdote. Poco después de la medianoche, el viernes temprano, fue llevado al palacio de los sumo sacerdotes, donde esperaban por Él para realizar el juicio ya acordado y sentenciarlo a muerte por el Sanedrín.
Jesús no durmió en toda la noche y luego de haber soportado en realidad cuatro juicios, dos de carácter religioso y dos civiles, fue tratado y azotado cruelmente como el peor de los criminales. La misma turba que el domingo anterior le gritaba en su entrada triunfal a Jerusalén “Hosanna al Hijo de David, el Rey de Israel”, en la mañana del viernes, le escupían y se burlaban de Él, al verle con su cruz a cuestas camino del calvario.
En Romanos 11:33, las escrituras hablan: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Si bien es cierto que las motivaciones o maquinaciones humanas que usó Satanás para promover el complot para matar a Jesús por parte de los escribas, los ancianos y los sumos sacerdotes, incluyendo a Judas, tenían que ver, con fines económicos y religiosos; en la economía de Dios, el Cordero fue inmolado desde antes de la creación del mundo y anunciado por muchos profetas, por más de dos mil quinientos años de historia del pueblo de Israel (Ap. 18:8b).
Hay quienes piensan, hoy en día, que Jesús no murió en realidad en la Cruz del Calvario, que José de Arimatea lo llevaría a Inglaterra, e incluso, hay detractores de la fe en Dios, que dicen que Jesús sobreviviría a la cruz y huiría hacia Cachemira en la India, donde luego moriría.
Lo cierto, es que Jesús murió en la Cruz del Calvario. Lo que realmente pasó fue que Él ocupó nuestro lugar. Sufrió el juicio que tú y yo merecíamos tener por causa de nuestra maldad. Se paró donde tú y yo merecíamos estar, ante el tribunal de Dios, el Ser Soberano de todo el Universo, para recibir el veredicto de nuestra sentencia.
Fue sentenciado, ejecutado y colgado donde tú y yo, merecíamos estar colgados. Murió la muerte atroz que tú y yo merecíamos morir. Él recibió sobre sí, total, personal y directamente el castigo que tú y yo merecíamos recibir por nuestros propios pecados. Pero en lugar de que tú y yo recibiéramos este castigo, Jesús se convirtió en nuestro sustituto. Él tomó nuestro lugar. Recibió sobre Él, el castigo que tú y yo merecíamos. De esta manera: “Al que no conoció pecado, lo hizo pecado en nuestro lugar”.
Sabiendo esto, mi deseo es que puedas entender un poco el amor de Dios, que tanto amó al mundo (a ti y a mí) que nos dió a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna.
¡Medita en esto!
About this Plan
Los evangelios al estilo de los grandes cineastas se enfocan en los hechos más relevantes y trascendentes del ministerio público de Jesús. La Semana de Pasión comienza con el viaje que haría el Maestro junto con sus discípulos, al igual que miles de otros judíos y gentiles una vez al año en el mes de Nisán a Jerusalén a celebrar la fiesta de la Pascua Judía.
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