La Última Semana De Jesús en JerusalénSample

"¡Bendito el que viene en nombre del Señor!" (Marcos 11:9)

La Semana Santa, o la Semana de Pasión, es un tiempo muy especial porque nos invita a conmemorar la vida y obra de Jesucristo a favor nuestro.

Los evangelios al estilo de los grandes cineastas se enfocan en los hechos más relevantes y trascendentes del ministerio público de Jesús. La Semana de Pasión comienza con el viaje que haría el Maestro junto con sus discípulos, al igual que miles de otros judíos y gentiles, provenientes de todos los rincones del imperio una vez al año en el mes de Nisán (entre Marzo y Abril) a Jerusalén a celebrar la fiesta de la Pascua Judía.

Este evento era tan importante que incluso muchos cruzaban el mar mediterráneo provenientes de Tesalónica, Éfeso y Antioquia. Dadas las condiciones económicas, los que viajaban desde estos lugares en barco eran los judíos de clase social alta. Otros se desplazaban por tierra usando las rutas o caminos romanos pavimentados.

Jerusalén, como Ciudad de México, Nueva York, Buenos Aires o Bogotá hoy día, estaba continuamente en obras civiles, en movimiento, en agitación. Jerusalén era un punto de encuentro cultural, político y religioso. Los judíos más ortodoxos, pegados a la ley, que viajaban desde Galilea (norte) a Jerusalén (sur), hacían un desvió (hacia el este) con el fin de ir a la provincia de Perea, para luego cruzar el río Jordan y así llegar a Jerusalén sin tener que pisar suelo samaritano. Recuerden que este tipo de religiosos consideraban a los Samaritanos como “inmundos o impuros.”

Más de 1.500.000 mil personas asistían a Jerusalén para la Pascua. Unos 250.000 corderos se sacrificaban durante esta festividad. Los que tenían poder adquisitivo pagaban con anticipación un hostal para hospedarse. Los demás, por obediencia a las normas de la Torá, eran hospedados por los judíos que abrían sus casas en la ciudad para recibir a amigos, familiares o algún desconocido. Una vez la ciudad estaba copada, los más humildes armaban sus tiendas o carpas para pasar la Pascua en el monte de los Olivos.

Judíos provenientes del todo el mundo conocido, incluyendo gentiles, traían dracmas griegas y denarios romanos, el dinero de su región y tenían que cambiarlo por el shequel, o dinero del Templo, para comprar el cordero pascual o los animales para el sacrificio. Las peregrinaciones eran ocasiones festivas. Las familias y los amigos viajaban juntos y acampaban por la noche en las colinas alrededor de la ciudad y entonaban alegres canciones sagradas a la entrada del Templo. Seis días antes de la Pascua, el lunes, Jesús llegó a Betania y fue recibido en casa de sus amigos Marta, María y Lázaro (Jn 12:1-6).

Éste es uno de los cánticos que entonaban los peregrinos en su viaje a Jerusalén para Pascua y quiero animarte a comenzar tu Semana Santa con una actitud de búsqueda y adoración al Señor:

“Yo me alegro cuando me dicen: «Vamos a la casa del Señor». ¡Jerusalén, ya nuestros pies se han plantado ante tus portones! Jerusalén, ciudad edificada para que en ella todos se congreguen. A ella suben las tribus, las tribus del Señor para alabar su nombre conforme a la ordenanza que recibió Israel. Allí están los tribunales de justicia, los tribunales de la dinastía de David. Pidamos por la paz de Jerusalén: «Que vivan en paz los que te aman. Que haya paz dentro de tus murallas, seguridad en tus fortalezas». Y ahora, por mis hermanos y amigos, te digo: «¡Deseo que tengas paz!» Por la casa del Señor, nuestro Dios procuraré tu bienestar (Sal.122:1-9)

Con amor en Cristo,

Por, Juan Carlos Calle y equipo Conectar Global

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