Rostros - Mujeres de la Biblia 1Sample
Sara, sumisión y valentía
La vida de Sara aparece sólidamente ligada a la de su esposo, Abraham. Junto a él conoció el desarraigo, el alejamiento de la familia, la vida en una tierra extranjera (Gn 12.4-9) y junto a él también fue destinataria de la promesa de Dios (Gn 18.1-15).
Los momentos más significativos de su existencia parecen estar marcados por su cuerpo. Por un lado, su belleza, unida a la cobarde actitud de su esposo, la pusieron en peligro dos veces: primero, en la corte de Faraón (Gn 12.10-20) y luego, muchos años después, en la corte de Abimelec (Gn 20). Por otra parte, su esterilidad fue la carga con la que tuvo que vivir buena parte de su existencia, hasta que vio cumplida la promesa de Dios. En la sociedad que le tocó vivir, no debió de ser fácil sobrellevar la esterilidad, y es posible que se sintiera burlada cuando, ya anciana, le anunciaron que iba a ser madre (Gn 18.13-15). Por eso, aunque estaba equivocada, es comprensible que buscara la manera humana de dar cumplimiento a la promesa de Dios.
El Apóstol Pedro (1 P 3.6) la pone como ejemplo de esposa sumisa y obediente, pero, en realidad, también fue una mujer con opinión propia, decidida a imponer y hacer valer su posición. Sumisa y obediente en los episodios de Faraón y Abimelec (no hay registro que cuente su parecer frente a la decisión de su marido, aunque es de suponer que no debió de producirle ningún placer formar parte de un harén), sin embargo, se hizo oír y cobró protagonismo cuando vio amenazada su posición de esposa y, luego, la posición de su hijo como heredero único.
El episodio de Agar muestra otra cara de Sara, una cara humana, con flaquezas y debilidades. Ella propuso a su esclava como concubina de Abraham y, cuando las cosas se complicaron, también puso límites (de seguro crueles) a la soberbia de Agar. Se enfrentó abiertamente con su esposo, quien le reconoció autoridad sobre la esclava y le permitió actuar con libertad (Gn 16.5-6). Por último, como respuesta a su pedido, Abraham despidió a Agar y a Ismael (Gn 21.9-14).
Este episodio, de suma crueldad para con la esclava y su hijo, solo puede comprenderse pensando en las circunstancias especiales que rodean la maternidad de Sara. Es decir, si se piensa en una madre anciana, que logra tener un hijo mediante una intervención divina, seguramente, se puede comprender que todos los cuidados, mimos y reclamos del niño serían atendidos con extrema solicitud por la madre. ¿Cuál no sería entonces su angustia al ver que el niño era objeto de las burlas (tal vez inocentes) de otro niño?
El relato de su vida es de gran enseñanza. La Biblia muestra que la fe de Sara no siempre estuvo en los niveles deseados. Experimentó altibajos, como cualquier persona. Cometió errores, muchos de ellos graves, pero fue el instrumento de la voluntad de Dios.
Si bien intentó adelantar los propósitos divinos, Dios, en Su misericordia, perdonó su debilidad y cumplió su promesa. La Biblia también la muestra como una mujer de agallas que soportó las experiencias más extremas: el exilio, la esterilidad, el abandono, pero igualmente puso límites cuando se sintió amenazada.
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Mujeres invisibles que cobran vida, salen del anonimato y nos enseñan que la fe, la perseverancia y la confianza en Dios son imprescindibles en el camino de la existencia. Un plan de 8 días para profundizar en la vida de mujeres que marcaron la historia.
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