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LOS SONIDOS DEL SILENCIO

¿Sabías que podrías estar justo al lado de una persona en el espacio, gritando con todos tus pulmones, y esa persona no oiría nada? No es porque los cascos espaciales lo impidan. Es porque las voces viajan como ondas de sonido, y necesitan algo en que viajar, como la atmósfera terrestre. Como no hay atmósfera en el espacio, las ondas de sonido no tienen un medio para viajar; así que los astronautas tienen que hablar entre ellos usando un tipo diferente de ondas: las ondas de radio, las cuales no necesitan una atmósfera para trasladarse.

Pero Dios no necesita ondas de sonido ni ondas de radio para escucharnos, porque la oración es lo que lleva nuestras voces a Dios. Así que, si el Dios que creó el universo entero está listo para escucharnos en lo que sea que queramos decirle, ¿por qué no oramos más?

Parte de la respuesta es que nos distraemos y nos ocupamos. Nuestras ocupaciones de escuela, iglesia, deportes, familia, amigos y un montón de otras cosas, se nos atraviesan. Además, tenemos mensajes de texto, videojuegos, series de televisión, películas y la computadora. En promedio, pasamos casi 8 horas al día mirando algún tipo de pantalla, sea la televisión, la computadora o el celular. ¡Son casi 60 horas a la semana!

En medio de toda esa diversión y cosas fascinantes, Dios nos llama a estar quietos (Salmo 46:10) y orar a él. Orar es cuando lo alabamos por quien es él, le agradecemos por lo que nos ha dado, y le pedimos aquello que necesitamos.

Inténtalo hoy; encuentra un lugar especial donde puedas estar a solas con Dios. En el patio de tu casa, en un parque, en la bañera, en un rinconcito de tu cuarto. Quédate quieto, habla con Dios y escúchalo cuando te responde. Y recuerda, normalmente Dios habla a través de un susurro, con una voz bajita, así que, asegúrate de escuchar atentamente.

¡SORPRÉNDETE!

La oración es tan importante que Jesús —el propio Hijo de Dios— tomó tiempo para orar. Conoce algunas de las maneras en que Jesús oró, en Lucas 5:16, Lucas 6:12 y Mateo 14:23.

ORACIÓN

Dios, gracias por querer pasar tiempo conmigo. Gracias porque siempre me escuchas y respondes mis oraciones.