La expediciónMuestra
Hemos visto dos de nuestras cinco preguntas recalibradoras: 1) ¿Quién eres? y 2) ¿Quién te dijo eso? Nuestra tercera pregunta es la que hizo Jesús en Juan 1:38: "¿Qué buscan?" Él no está impresionado de escuchar cuando le respondamos con lo que creemos que Él quiere escuchar. Jesús es completamente capaz de manejar nuestra honestidad. Él sabe cuando la verdadera respuesta a la pregunta "¿Qué buscan?" es "problemas". O dinero, o seguridad, o sexo, o sustancia. A veces el testimonio más poderoso puede ser, "Estaba buscando __________________ y encontré a Jesús".
La mujer samaritana en Juan 4 no llegó al pozo buscando a Jesús. Ella quería agua, así que Él le presentó al agua de vida. Ella no fue rechazada por querer lo equivocado. Jesús usó lo que quería para llevarla a lo que Él sabía que su corazón deseaba en lo profundo: un Salvador que pudiese detener la locura, perdonar sus pecados y darle dignidad, el Mesías quien conocía la versión real de su historia y quien no le creería sus evasiones sagaces.
Asímismo, Jesús era lo último que Saulo deseaba cuando corrió hacia Él en Damasco. Él no estaba buscando a Jesús, él estaba persiguiendo a sus seguidores. Ya ves, los que piden reciben aún si lo que reciben es diferente a lo que han pedido. Los buscadores hallan aún si lo que hallan es diferente a lo que buscaban. Las puertas se abren a los que las tocan aún si un anfitrión inesperado la abre. Él ve más allá de nuestros deseos temporales y preve lo que querremos más cuando ya pasemos la línea final. Isías 46:10 capta un concepto de proporciones titánicas en nuestra expedición: Dios conoce el final desde el comienzo. Esas sietes palabras cambian el juego en esta carrera olímpica. Le imparten confianza al pecho del expedicionario.
¿Qué deseo se despierta en ti? ¿Cuáles son tus anhelos? ¿Cuáles de esos no han sido complidos? Escríbele a Dios y cuéntale todo lo que deseas, lo que ansías, cuéntale qué deseos te motivan. Puedes darte cuenta pronto que Dios implantó algunos de esos deseos en tu corazón con Sus propias manos.
Lee las palabras del Salmo 38:9 en voz alta a Jesús mientras concluyes. Medita en ellas, memorízalas. Deja que esa verdad sea una tienda en la que puedas descansar mientras continúas tu viaje.
Acerca de este Plan
En este Plan de Lectura de siete días, Beth Moore usa preguntas de la Escritura para guiarte a la intimidad con El que te conoce mejor. El signo de puntuación torcido al final de una oración habla de curiosidad, interés y, quizás, duda. Una pregunta es una invitación a la vulnerabilidad, a intimidad. La Biblia no huye de tal invitación, una y otra vez vemos a la gente de Dios haciendo preguntas de su Creador. También vemos al Dios del universo haciendo preguntas de Su creación. La Expedición es un reto a aceptar esa invitación. Aprende a indagar en la Palabra para responder las preguntas de Dios y para traer preguntas ante Él. Deja que el signo torcido de puntuación sea el mapa que te apunte a una relación más cercana con el Padre.
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