«Un nuevo día»Muestra

«De oídas te había oído»

La pregunta de John, me hizo caer en cuenta, que Dios me estaba preparando para este momento. Sabía que algo faltaba. Durante mucho tiempo, había tenido una sensación, que Dios tenía más para nosotros en nuestra adoración. Cuando miré a las personas mientras entraban por nuestras puertas, pude ver un perfil diferente: parejas de cabellos grises, y otros que vestían jeans ajustados, personas del campo que venían en sus camionetas y habitantes de la ciudad que conducían sus autos híbridos, los que llevaban Biblias Reina Valera de siete libras y otros que utilizaban la aplicación de la Biblia en sus teléfonos inteligentes.

Además, algunos de los que asistían, ya habían experimentado el «culto pentecostal tradicional» por años, y un montón de otras personas no sabían ni siquiera el significado de la palabra Pentecostal. Yo asumía que estábamos alcanzando a toda esa gente, pero ahora las dudas me confundían. Quería encontrar una manera de hacer que nuestra adoración fuera completamente pentecostal y aun así, que hubiera una conexión espiritual, emocional y cultural con las personas nuevas en nuestra congregación.

El sábado por la noche después de mi conversación con John, estaba orando y preparándome para el mensaje dominical. De repente, el Señor me susurró la misma pregunta que John me había hecho.

—Hijo, quiero hacer algo en el servicio de mañana, diferente a lo que estás planeando. ¿Estarías de acuerdo?

Tartamudeé.

—Bueno, por supuesto, Señor… —después de unos segundos, añadí— Por cierto, eres Dios. No tienes que pedirme permiso para hacer algo.

Él respondió. —Pensé que debía hacerlo, ya que has estado preparando los servicios sin mí y luego pides que los bendiga. Esta semana pensé que sería bueno si dejaras guiar la reunión como yo quiero, y ya es bendecido.

Parecía como si Él y John hubieran estado hablando de mí.

Fue en uno de esos momentos preciosos y amenazantes cuando años de suposiciones estallan en un instante. Yo había oído a John, pero ahora estaba realmente escuchando a Dios.

Le respondí. — ¡Lo siento mucho! Por supuesto que quiero que dirijas las reuniones. ¿Qué quieres que haga?

El Señor dijo simplemente: —Anúnciale a la iglesia que «es un nuevo día» y que estás devolviéndome los servicios a mí… el resto lo haré Yo.

«El resto lo haré Yo» ¿Qué significaba eso? Nuestro equipo y yo orábamos para pedir la bendición de Dios para las reuniones, pero esto era diferente. Me di cuenta, que no escuchaba atentamente al Espíritu. Hice demasiadas suposiciones con respecto a la manera de realizar las reuniones. Ahora, era todo oídos.