Cuando el diablo llama a la puertaMuestra

El médico

Imagina que fuiste al médico porque no te estás sintiendo bien, y parece algo serio. El médico te mira y dice: "Bueno, tengo buenas noticias... muy buenas". Y continúa diciendo: “Las buenas noticias son que no tienes ninguna enfermedad, virus o signo de envejecimiento en tu cuerpo". Queriendo sentirte aliviado/a, sigues escuchando: “Tienes huesos fuertes, una buena flora intestinal y tu corazón está sano. Bien hecho”. Te quedas mirándolo por un momento y concluye diciendo: “¡Gracias por venir! La recepcionista te dará más información sobre cuán saludable te encuentras”.

¿Qué harías? ¿Saldrías sintiéndote tranquilo/a? O, ¿buscarías otro doctor que no pareciera estar completamente loco? Seguramente harías lo segundo.

A veces permitimos que nuestra vida espiritual sea silenciosamente aconsejada por un médico loco. Vamos al trabajo, vamos a la iglesia, volvemos a casa, dejamos a los niños, pagamos las facturas y vemos Netflix como si todo anduviera bien. Como si no hubiera una batalla interna constante en nuestro corazón, mente y alma.

Volvamos a la historia del médico. ¿Qué pasaría si estuvieras librando una batalla potencialmente mortal que podría superarse con el tratamiento adecuado? Si el médico te dice: "Todo está bien. No pasa nada aquí ", no sería tu médico; él sería tu destructor.

Bueno, tú estás peleando una batalla de vida o muerte que puede superarse con el correcto tratamiento. Y existe un destructor. Se llama diablo, Satanás, Lucifer, el padre de la mentira, el enemigo, el engañador y el acusador. Te quiere muerto, espiritualmente muerto. Y es ese médico loco.

Pero hay buenas noticias, realmente buenas. El Evangelio. Jesús vino al mundo para destruir la muerte, derrotar los planes del diablo y darnos vida en abundancia. Y gracias a Jesús, el buen médico, no solo peleamos esta batalla para ganar, peleamos desde la victoria.

Durante los próximos días veremos quién es el diablo, qué hace y cómo luchamos, desde la victoria.

Oremos: Dios, abre mis ojos a los lugares de mi corazón, mente y alma donde hago como si todo estuviera bien aunque no lo esté. ¡Gracias por Tu poder para luchar desde la victoria!

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