Mi máximo por Su GrandezaMuestra

La voz de la naturaleza de Dios

Cuando hablamos del llamado de Dios, a menudo olvidamos lo más importante a saber, la naturaleza de Aquel que llama. Hay muchas cosas que nos llaman a cada uno de nosotros hoy. Algunas de estas llamadas serán contestadas, y otras ni siquiera serán escuchadas. La llamada es la expresión de la naturaleza de Aquel que llama, y ​​solo podemos reconocer la llamada si esa misma naturaleza está en nosotros. El llamado de Dios es la expresión de la naturaleza de Dios, no la nuestra. Dios providencialmente teje los hilos de Su llamado a través de nuestras vidas, y solo nosotros podemos distinguirlos. Es la transmisión de la voz de Dios directamente a nosotros sobre cierta preocupación, y es inútil buscar la opinión de otra persona sobre ella. Nuestros tratos sobre el llamado de Dios deben mantenerse exclusivamente entre nosotros y él.

El llamado de Dios no es un reflejo de mi naturaleza; mis deseos personales y temperamento no tienen ninguna consideración. Mientras me detenga en mis propias cualidades y rasgos, y piense para qué soy apto, nunca escucharé el llamado de Dios. Pero cuando Dios me lleve a la relación correcta con Él mismo, estaré en la misma condición que Isaías. Isaías estaba tan sintonizado con Dios, debido a la gran crisis que acababa de soportar, que el llamado de Dios penetró en su alma. La mayoría de nosotros no puede oír nada más que a nosotros mismos. Y no podemos escuchar nada de lo que Dios dice. Pero ser llevado al lugar donde podemos escuchar el llamado de Dios es ser profundamente cambiado.

"Déjame oír tu voz", esa es mi oración! ¡Estoy dispuesto, más allá de toda mi expresión, a escucharte, a percibirte, a estar emociinado con Tu presencia.