Aceptémonos Unos A OtrosMuestra

Me siento excluido Ser un paria o un excluido es una experiencia desafortunadamente común. Todavía me acuerdo de que fui el ultimo elegido para un juego softball, y la única razón por la que me llamaron fue que el maestro dio la orden de que los capitanes incluyeran a todo el mundo. Todavía me acuerdo de mi segunda temporada en el banquillo como tercer quarterback. La mayoría de las mujeres pueden recordar la experiencia de haber quedado fuera del grupo de las chicas deseables. En toda cafetería escolar hay niños sentados en las mesas que sienten que no encajan en ninguna parte. Es una de las prioridades más urgentes de Dios para sus congregaciones es que nadie sea marginado ni lo hagan sentir como un extraño. Las personas pueden entrar solitarias, pero el objetivo es atraerlas a relaciones significativas: “Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que todos estén siempre de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes. Vivan en armonía, pensando y sintiendo de la misma manera” (1 Corintios 1:10). ¿Es difícil para usted a correr el riesgo de ser aceptado por extraños? ¿Sus temores lo mantienen alejado de la vida congregacional (y por tanto también lejos de la Palabra, la Cena del Señor, y el compañerismo)? La pregunta inversa: ¿es usted un miembro antiguo de la organización cristiana? En una escala de 1 a 10, ¿qué tan bien piensa que su grupo se conecta con los visitantes, con los que se sienten excluidos y los solitarios, y los asimila?