Felices Por SiempreMuestra

Cuando el matrimonio está en problemas: ¿Y si él quiere irse? Incluso con la promesa de "hasta que la muerte nos separe" que se hace en un momento, un matrimonio, para que pueda sobrevivir, necesita dos participantes bien dispuestos. San Pablo menciona una segunda situación en la que un cónyuge creyente puede pedir el divorcio sin pecar: "Pero si el no creyente se separa, sepárese, pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a vivir en paz nos llamó Dios" (1 Corintios 7:15). Note las dos condiciones: 1) un miembro de la pareja quiere irse y el otro es inocente; 2) el que ha renunciado a su matrimonio y a su promesa es un incrédulo. El punto: si una persona es creyente, todavía hay esperanza. Los creyentes nunca se dan por vencidos. Los creyentes escuchan la Palabra, escuchan a su pastor y a los consejeros, y escuchan a su familia. Los creyentes se arrepienten de sus pecados y perdonan los de su pareja. Cuando alguien ha sido abandonado, ya no está comprometido en tales circunstancias. Pero antes de que el cónyuge perjudicado reclame por abandono y llame un abogado, es conveniente asegurarse de que se han agotado todas las opciones. El hecho de que la ley permita el divorcio sin determinación de culpabilidad no significa que Dios lo aprueba. Por encima de todo, la visión de Dios es lo más importante para el corazón de un creyente. Cuando hacemos las cosas bien, podemos vivir sin culpa y podemos seguir adelante sin mentiras ni excusas.