Rendir cuentasEjemplo

¿Rendir cuenta por temor al hombre o por temor a Dios?

Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios. Romanos 14:12

Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:16).

“Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo” (Gálatas 6:1-2).

La rendición de cuentas bíblica comienza con asumir la responsabilidad de las propias acciones y tomar la decisión consciente de permitir que Dios y otros ayuden a lograr lo que es correcto (lo que se alinea a la voluntad de Dios y está prescrito en su palabra).

Al observar pasajes como los de Santiago 5 y Gálatas 6 se puede observar que el énfasis de rendir cuentas es la rectificación de la conducta, la resolución del conflicto, el crecimiento espiritual, la restauración de la persona.

Esto implica la disposición de la persona que rinde cuentas de “ponerse a derecho” delante de Dios, de evaluar su conducta con mirar a rectificar. En este caso, la preocupación de la persona al rendir cuentas es permitir que Dios le ministre a través de los miembros del cuerpo de Cristo. Lo que debe animar a la persona, en todo caso, es el temor de Dios, y no el temor al hombre; el deseo de agradar y de obedecer a Dios, y no el de quedar bien delante de otras personas.

Mi preocupación debería ser “cómo me ve Dios”, “qué piensa Dios de mí”. Lamentablemente, muchas veces, la preocupación del creyente que rinde cuentas es “qué pueden pensar mis amigos, pastores y miembros del cuerpo de Cristo de mí”.

En cualquier caso, sea que lo hagas para Dios, o con la motivación de no verte mal delante de otros, la rendición de cuentas, en forma pragmática, termina siendo útil, pues te ayuda a lidiar con la tentación, alejarte del pecado y mantenerte en las buenas prácticas espirituales.

Si nadie te preguntara si has sido fiel en orar por la gente de la iglesia, sería más probable que no oraras. Si nadie te preguntara si te has mantenido fiel a tu cónyuge, sería más probable que tuvieras un desliz. Pero, como sabes que vas a tener que responder a las preguntas, ¿oraste por los miembros de la iglesia esta semana? O, ¿te mantuviste fiel a tu cónyuge esta semana en cuanto a determinados comportamientos? Entonces, oras, al menos en parte, porque sabes que vas a tener que responder por ese aspecto. Entonces, evitas los comportamientos que te identifiquen como una persona infiel. La pregunta clave es, ¿qué tipo de oraciones estas ofreciendo, si estas motivado por el miedo al hombre en lugar de la obediencia a Dios? ¿Qué tipo de lealtad guardas a tu cónyuge, si estas motivado por el temor al hombre, en vez del amor a tu cónyuge, o el temor de Dios? ¿Querrá Dios escuchar estas oraciones? ¿Será agradable a Dios ese desempeño?

Este tipo de rendición de cuenta motivada por el temor al hombre no garantiza morir verdaderamente a la raíz del pecado, sino, en realidad, incrementa el temor al hombre.

Ahora, esto no es culpa de la rendición de cuentas, sino del corazón pecaminoso del hombre. La culpa es nuestra, no de la rendición de cuentas. Hay una especie de ídolo (conveniencia, necesidad de reconocimiento y aceptación) en nuestra vida que valora la aceptación del hombre o un deseo de un buen desempeño a los ojos del hombre más de lo que quiere ser obediente a Dios por causa de Dios.

• ¿Qué motiva tu rendición de cuentas?