El tiempo de Dios es perfectoEjemplo

El concepto que Dios tiene del tiempo

La Biblia habla acerca del entendimiento de Dios sobre el tiempo en 2 Pedro 3:8: Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.

Las expectativas de los hombres son cortas y limitadas a su propia duración de vida, pero Dios, que es eterno, ha perdurado toda la historia humana. A la luz de esto, mil años son cortos desde su perspectiva. Él no está influido por el paso del tiempo; más bien, su paciencia es amorosamente extendida a fin de que más personas puedan proceder al arrepentimiento.

El tiempo de Dios no es igual al tiempo de los seres humanos. Nosotros vivimos en el tiempo cronológico o secuencial que puede medirse en segundos, minutos, horas, semanas, meses, años, y que mide los cambios y mudanza de las cosas. Pero Dios es inmutable, eterno y atemporal.

Él se mueve en la dimensión eterna, y en relación con la historia y el hombre se mueve en un tiempo kairos (un tiempo no cronológico): un momento oportuno, indeterminado, que es propicio para que se cumpla su divina voluntad.

La Biblia dice que “todo tiene su tiempo” y “todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1-4, 11). En Eclesiastés 3:1-8, el autor reflexiona sobre el ciclo natural de la vida, reconociendo que para todo hay un tiempo (tiempo propicio y oportuno): un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado, un tiempo para llorar y un tiempo para reír... Este pasaje nos recuerda que no controlamos el tiempo, sino que estamos sujetos a su ritmo y a su propósito divino.

La idea del tiempo oportuno no se limita a un momento específico en el calendario, sino que se refiere a la alineación de nuestras acciones con la voluntad de Dios. En otras palabras, el momento oportuno no es una cuestión de fechas, sino de fe y obediencia. Dios nos guía hacia el camino correcto, y cuando confiamos en su dirección, encontramos el momento preciso para cada acción.

Podemos planificar con esmero nuestro tiempo, hacer planes precisos para el futuro, pero solo Dios sabe lo que nos traerá el futuro y cuál es el momento perfecto para que sucedan todas esas cosas que planificamos, si es que ocurren. Por eso es tan importante alinearse con Dios: sus propósitos, su voluntad, su palabra, su tiempo.

¿Qué percepción tienes del tiempo de Dios?