El tiempo de Dios es perfectoEjemplo

¿Cómo funciona el tiempo de Dios?

El tiempo de Dios nunca es prematuro, y nunca se retrasa, no es lento ni es rápido. Dios no llega ni antes ni después, pero siempre llega a tiempo... en el tiempo perfecto: oportuno, propicio y justo.

Nuestro tiempo no es el tiempo de Dios. Para Dios y para el hombre el tiempo transcurre de manera diferente. Para nosotros, el tiempo de Dios a menudo se siente como una demora larga y desesperada, pero Dios siempre llega en el tiempo justo y propicio.

El tiempo de Dios es perfecto, incluso cuando no podemos percibirlo o entenderlo. Realmente nunca lo entenderemos plenamente, porque Dios, quien es Espíritu, existe en una dimensión diferente como lo es la eternidad. Pero Él se revela y anuncia al hombre a través de su palabra, e irrumpe en la historia del hombre en el tiempo maduro y correcto.

Dios no está limitado por el tiempo ni es afectado por el mismo. Por el contrario, Dios es Señor y Dueño del tiempo. Dios ejerce un control soberano sobre el tiempo. La Biblia dice que Dios es quien“… muda los tiempos y las edades…”(Daniel 2:21). La Biblia también habla de los cumplimientos proféticos que Él determina“en el tiempo de Dios”(Gálatas 4:4).Él ha determinado un tiempo para todo, según sus propósitos y designios de su voluntad.

En Dios no hay sucesión o duración, ni mudanza, ni variación (Santiago 1:17). El tiempo o la sucesión implica cambio, y todo lo creado está sujeto a cambio, pero Dios no cambia ni evoluciona, pues es inmutable. Dios no está supeditado a los cambios de este mundo (Malaquías 3:6; Hebreos 13:8; Hebreos 1:10-12; Santiago 1:17; Salmos 33:6-11). El Dios de las Escrituras es la única y verdadera constante en todo el universo:"Yo, el Señor, no cambio"(Malaquías 3:6).

Puesto que Dios es eterno e inmutable su existencia no puede ser medida por el tiempo, porque no hay un punto de inicio al que se le puede fijar una secuencia, solo un infinito de existencia que se extiende del pasado a un futuro sin fin; pero Dios como persona puede crear nuevas existencias que tienen un comienzo, un punto de origen real de tiempo.

Dios, pues, usa el tiempo, pero lo trasciende. Dios habita fuera de las dimensiones del tiempo. Esto no significa que para Dios el tiempo no sea esencial y real. El que Dios sea eterno (sin principio ni fin de días) e inmutable (inalterable en su esencia, carácter, propósito y promesas), no significa que Dios sea estático o inerte, ni que no actúe claramente en el tiempo.

Dios es el dueño del tiempo

Como dueño del tiempo, Él estableció el ciclo de días y estaciones por los cuales el tiempo es conocido y calculado (Génesis 1:14) y posee el poder de disolverlos de acuerdo a sus propósitos eternos (Isaías 60:19-20). Por otra parte, Él controla la historia del mundo, determinando de antemano los tiempos señalados para todas las naciones y haciéndolos cumplir (Daniel 2:21; Hechos 17:26). Pero Dios no está limitado ni sujeto al tiempo (Salmo 90:4), pues Él es eterno. Él no vive dentro de la línea de tiempo lineal de nuestro universo. La eternidad es un atributo esencial de la naturaleza de Dios, y es parte de su perfección.

Él es increado, y existe por sí mismo, sin principio ni fin (es atemporal). No hay ninguna causa que haya dado lugar a la existencia de Dios, sino más bien la creación le debe su existencia a Él.

Además, Él no necesita crecer, ni desarrollarse, ni ninguno de los otros beneficios que nos da el tiempo lineal. No tiene nuestra necesidad de tiempo ni nuestras limitaciones temporales. Estas características temporales aplican al orden creado, pero no al Creador. Él disfruta de todo el alcance de conocimiento, experiencia, eventos y relaciones en un momento eternal.

El tiempo fue establecido para la creación, para regular la vida en el plano terrenal, pero va a llegar a un fin, cuando Dios consume sus propósitos (Apocalipsis 10:6).

¿Qué valor hay para el creyente el saber que Dios es eterno e inmutable?

Si Dios es eterno e inmutable, el creyente puede tener la garantía que Dios no altera su palabra, ni revisa su voluntad, ni revoca sus promesas, ni cambia de opinión, ni padece de ánimo o fluctuaciones cambiantes (Dios es impasible):“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho Él, y no lo hará? ¿Ha hablado, y no lo cumplirá?”(Números 23:19).

¿Cómo te alineas al tiempo perfecto de Dios?