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No Es Suficiente Salir

DÍA 1 DE 3

¿Qué pasaría en tu vida, querido lector, si después de vivir por largo tiempo en un lugar, estar cómodo, tener una red de amigos, bienes y negocios desarrollándose en ese sitio, de repente te llegara una carta de la máxima autoridad de tu ciudad donde te dijeran: “Debes salir de forma inmediata de la ciudad”? ¿Cuál sería tu reacción primaria? ¿Qué tipo de emociones y sentimientos crees que surgirían en tu corazón? ¿Qué preguntas te harías?

Bueno, esta situación le pasó al pueblo de Israel en el año 537 a. C. Isaías, en el capítulo 48, versículo 20, lo registró así: “Después de setenta años de cautividad, el pueblo judío oyó el grito del profeta: 'Salid de Babilonia, huid'”.

Otro profeta que también predijo sobre estos tiempos fue Jeremías. Él dijo: “En aquellos días y en aquel tiempo… vendrán los hijos de Israel y los hijos de Judá juntamente; e irán andando y llorando, y buscando a Jehová su Dios. Preguntarán por el camino de Sión, hacia donde volverán sus rostros… huid de en medio de Babilonia” (Jeremías 50:4-5,8, 51:6).

Lo cierto es que solo un pequeño remanente logró salir de Babilonia y regresar a la tierra prometida de Israel. Los demás se quedaron porque su fe se diluyó y se mezcló con las costumbres babilónicas debido a los años que vivieron en cautiverio. Muchos de los que regresaron a Israel se fueron estableciendo en las diferentes poblaciones que encontraron en el camino. Este fenómeno se conoció posteriormente como la diáspora judía. Sin embargo, solamente 42.000 hombres y sus familias salieron de Babilonia y regresaron a Jerusalén. Fue un peregrinaje de purificación, reencuentro y devoción.

Lo hermoso de este relato es saber que hubo un remanente que decidió caminar con Dios, buscar su rostro y depender de su guía y cuidado para sus vidas. Ellos se volvieron al Señor de todo corazón (Joel 2:12-15).

Este pueblo representa a los justos de todos los tiempos, quienes hemos decidido caminar en contravía del sistema del mundo para escuchar la voz del Buen Pastor, que nos lleva de regreso a la Casa del Padre Celestial (Jn. 10:27-28, 14). :2).

Lo cierto es que Dios también nos puede “sacar” de un trabajo, de una relación, de un mal negocio o, en términos espirituales, de un sistema religioso de tipo babilónico, rígido y muerto. Y si lo hace, es con el propósito de despertarnos del letargo, hacernos crecer y llevarnos de vuelta a nuestro llamado, a nuestro primer amor (Ap. 2:4-5).

Sin embargo, no es suficiente decir, como los judíos lo hicieron en su momento: “¡Lo hemos logrado!”. No, esta no era la meta final del Señor para su pueblo: salir de Babilonia. Y tampoco lo será para nosotros salir del mundo (Jn. 16:33, 1Jn. 5:4).

¿Cuántos migrantes en tantos lugares del mundo están actualmente buscando su lugar, su tierra prometida, un sitio donde echar raíces, crecer y dar fruto? Caminan en medio de un mundo hostil y, al igual que el pueblo de Dios en su momento, se encuentran “de tránsito”. Lo vivieron Abraham, Moisés, José, Jacob y muchos otros (He. 11:8-10; 13:14).

Son migrantes vulnerables, sujetos a la injusticia y la persecución. A la vez, son el objeto especial del cuidado providencial de Dios, como le pasó a José (Ro. 8:28-29, 35-39).

La pregunta que siempre nos haremos en situaciones como estas, en medio de las transiciones de la vida, será: ¿cómo podemos estar seguros de que Dios nos cuidará?

Y lo hermoso es saber, una vez más, que “Cristo es suficiente”. Sabemos que, así como José vivió la fidelidad de Dios en tierra extranjera y como peregrino, uno aún mayor que José, Jesucristo, también fue enviado como extranjero a este mundo hostil para bendecir a quienes confiáramos en él como nuestro Señor y Salvador personal (Jn. 3:17, Romanos 8:32).

Que el Señor nos ayude, mientras peregrinamos en esta tierra, a seguir el ejemplo de José y de nuestro Señor Jesucristo: confiar en Dios, serle fieles y bendecir a otros en nuestro peregrinaje.

¡Medita en esto!

Día 2

Acerca de este Plan

No Es Suficiente Salir

¿Qué pasaría en tu vida, querido lector, si después de vivir por largo tiempo en un lugar, estar cómodo, tener una red de amigos, bienes y negocios desarrollándose en ese sitio, de repente te llegara una carta de la máxima autoridad de tu ciudad donde te dijeran: “Debes salir de forma inmediata de la ciudad”? ¿Cuál sería tu reacción primaria? ¿Qué tipo de emociones y sentimientos crees que surgirían en tu corazón? ¿Qué preguntas te harías?

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