Jehová Pensará en MíMuestra

Jehová pensará en mí

Hablemos de nosotros, de nuestras debilidades, de nuestras contradicciones. Hablemos de nosotros, los que sabemos que hemos sido redimidos y perdonados, pero aún cargamos con culpas del pasado, que Dios perdonó pero que nosotros no hemos aún perdonado. Hablemos de nuestras inconsistencias y de lo difícil del camino.

Pero hablemos de ello para tener conciencia de que solos no podemos ni vencer ni seguir. Esto es lo que hacen los que no conocen al Señor, siguen buscando en cisternas rotas lo que sólo la fuente de agua de vida puede darles. Jer. 2:13

Ahora hablemos de Cristo nuestro amado Salvador, Rey y Señor de nuestras vidas. Mirémosle triunfador, sentado a la diestra de la Majestad en las alturas. Hablemos del que murió y resucitó, “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" Heb. 7:25.

Hablemos de Jesús, hecho más sublime que los cielos, el único “digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza" Apc. 5:12.

¡Qué contraste! Lo débil y lo fuerte, lo efímero y lo eterno, el pecador y el Santo, ligados en uno por la gracia divina y la sangre derramada en la cruz. Volvemos a mirarnos, y vemos quienes somos. Ya no nos define la debilidad y el pecado, ahora somos fuertes porque sabemos que nuestras fuerzas están en Él. Nos vemos vestidos de blanco porque nuestros pecados han sido perdonados.

Gracias a Dios por su Palabra, que de continuo nos recuerda la victoria que tenemos en Cristo, gracias por las armas espirituales que nos han sido dadas, y por la gracia salvadora que nos cubre por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo en nosotros. Es cierto que hay batalla, pero también es cierto que hay victoria. Es cierto que hay debilidad, pero también es cierto que Dios es nuestra fortaleza.

La agenda del enemigo es que quitemos la mirada de Jesús y la pongamos en nosotros mismos. La voluntad de Dios es que creamos en la obra redentora de la cruz y en la transformación que obra el Espíritu Santo en nuestras vidas, cuando estamos sometidos a su voluntad.

Sepamos que no estamos solos, que Dios no nos contempla a la distancia ignorando nuestras debilidades y nuestras necesidades. El Señor nos ama y de continuo nos ayuda en nuestra debilidad.

David declaró esta verdad de manera muy hermosa, “Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí” Sal. 40:17.

El Señor piensa en ti, no estás solo, no estás sola. Lleva a Él, tus preocupaciones, tus dudas y temores, tus llantos y tus alegrías. Recuerda que su amor es incondicional y que cada mañana son nuevas sus misericordias. Dios piensa en nosotros todo el tiempo, Él no es como nosotros que apenas nos acordamos de los más cercanos.

¡Qué bueno es saber que nuestro Dios nos ve, nos conoce, nos ama, nos acepta! Apoderémonos de esta verdad y vivamos seguros de que en Cristo ya somos vencedores.