Armadura De DiosMuestra

UNA GRAN NECESIDAD

El otro día leía una historia acerca de unas catástrofes producidas por la guerra en un país en el medio oriente. Me sentía impotente, pues las fotos describen de manera cruel, todas las cosas horrendas que estaban sucediendo, las personas lastimadas, niños llorando y espacios, que alguna vez parecían patrimonio de aquel lugar, destruidas por completo. Mi impresión inicial fue cuestionarme, ¿cómo puede un país protegerse de estos ataques? ¿No habrá alguna manera de defenderse? ¿Será el enemigo que provocó dichas destrucciones, más fuerte que ellos? ¿Será que los tomó desprevenidos?

Cuando decidimos ser cristianos, se nos prometió que Dios estaría con nosotros por siempre, pero que el proceso jamás será fácil, pues tenemos un enemigo que prefiere vernos en el derrumbe que glorificados. Ahora, el enemigo conoce nuestra ruta de escape, conoce nuestros puntos débiles y sabe muy bien con qué armas atacar para asegurarse una victoria. Sabiendo esto, Dios nos equipa con unas herramientas, una armadura poderosa, cuyo trabajo es cubrirnos de tal manera que podamos defendernos ante estos ataques. Es importante entender, que esta armadura se nos fue otorgada desde que fuimos llamados a ser hijos de Dios, pero debemos conocer nuestra armadura y prepararnos para utilizarla. Debemos pulir y afilar esa armadura para cuando llegue el momento de realmente usarla, tener el entrenamiento y conocimiento suficiente para salir victoriosos. Esto significa que cada día debemos poner nuestra armadura a prueba, conocer qué pedazo de armadura necesita más atención, que área de defensa necesita ser practicada y comprendida. No seremos buenos soldados en el campo de batalla si no sabemos cómo usar nuestra armadura y para qué nos sirve.

Un cristiano verdadero es lastimado, perseguido, atacado a nivel de casi destruirse, pero Dios nos promete que con Él saldremos airosos. Toma el tiempo, durante este estudio, para analizar tu armadura, aprende sobre sus capacidades y desarrolla tu armadura para que sirva de protección ante los ataques del enemigo. Dios no nos llamó a esta vida de ser SU hijo para salir lastimado, y tampoco nos provoca a límites que no podamos soportar, pero Dios si nos dio la herramienta, para que, si las sabemos utilizar, saldremos victoriosos junto a Él. Deja la ofensiva en las manos de Dios, la defensa está en tus manos.