Este Es El Camino: Un Viaje De 30 Días a Través Del Libro De Los HechosMuestra

Es hora de rendirse

por Nic Lesmeister

"Pero él dijo: «¿Por qué tanto llanto? ¡Me parten el corazón! Yo estoy dispuesto no solo a ser encarcelado en Jerusalén, sino incluso a morir por el Señor Jesús». Al ver que era imposible convencerlo, nos dimos por vencidos y dijimos: «Que se haga la voluntad del Señor» -- Hechos 21:13–14.

Estadísticamente, aproximadamente a la mitad de los que leen esto, les han llamado en algún momento de su vida con la palabra "T". Si somos honestos, cuando nos dan esta etiqueta, una parte de nosotros la lleva con orgullo, mientras que la otra parte la niega con vehemencia. Me refiero a la acusación de ser "terco".

Al leer Hechos 21, es fácil concluir que el apóstol Pablo era una persona bastante terca. Ya se le había advertido que no continuara con sus planes de viajar a Jerusalén (lee Hechos 21:4). Pero Pablo había declarado que se sentía obligado o "atado" por el Espíritu Santo a ir a Jerusalén, aunque sabía que la cárcel y el sufrimiento le esperaban en el futuro (lee Hechos 20:22–24).

Pablo no dejó que el miedo, la amenaza de encarcelamiento o incluso la muerte inminente lo detuvieran. Se apresuró a ir a Jerusalén para presentarse ante el Señor en la fiesta judía de Shavuot, o Pentecostés. Shavuot es una de las tres fiestas anuales que requieren que los hombres judíos viajen a Jerusalén. (Las cuatro fiestas restantes se celebran anualmente sin este requisito de viaje). Fue en Shavuot, solo unos años antes, cuando el Espíritu Santo fue derramado poderosamente sobre los judíos que seguían a Jesús en Jerusalén. Tal vez Pablo estaba ansioso por no perderse otro milagro anticipado en la ciudad del gran Rey.

En su camino, Pablo desembarcó en la costa de Judea y pasó un tiempo conviviendo con los judíos creyentes en Jesús, quienes profetizaron que no debía ir a Jerusalén y le rogaron que se quedara. El texto dice que "era imposible convencerlo", por lo que "se dieron por vencidos y dijeron: ‘Hágase la voluntad del Señor’" (Hechos 21:14).

Debo admitir que este es un enigma muy interesante. Pablo parece haber sido advertido acerca de ir a Jerusalén por el Espíritu Santo mismo, luego por cuatro damas con el don de profecía, y finalmente por un creyente de Judea que era conocido por su don de profecía. Entonces, ¿quién tenía razón? ¿Pablo? ¿Quiénes profetizaron?

¿Alguna vez te has encontrado en una situación como esta? Tal vez un amigo ha venido y ha dicho: "Siento que el Señor ha dicho que no debes (llena el espacio en blanco)", pero tienes un sentir diferente en tu corazón por parte de Dios. Tal vez te sientes seguro de que Dios te ha hablado acerca de dar un paso específico de fe, y alguien en tu vida te aconseja lo contrario. Tal vez, al igual que Pablo, el Espíritu Santo ha revelado que habría dificultades como resultado de tu obediencia. ¿Qué debes hacer?

Primero, es importante tener personas temerosas de Dios y confiables en tu vida para que te den consejo. Segundo, es aún más importante recibir consejo de la Palabra de Dios. Pero finalmente y lo más importante, siempre debemos estar dispuestos a levantar nuestras manos en señal de rendición y decir: "Que se haga la voluntad del Señor".

En el caso de Pablo en Hechos 21, todo lo que debemos hacer es leer los siguientes capítulos para ver cómo se hizo la voluntad de Dios. Pablo comparte poderosamente su testimonio con una gran multitud de compañeros judíos después de ser arrastrado fuera del Templo, donde estaba reafirmando su compromiso de obedecer las leyes judías. Luego comparece ante el Concilio Supremo judío y da testimonio de la resurrección del Mesías, Jesús. A última hora de la noche, el Señor se le aparece a Pablo para animarle y decirle que también debe predicar las buenas nuevas en Roma. El libro de los Hechos termina con Pablo compartiendo las buenas nuevas con la comunidad judía en Roma.

Me acordé de las palabras de Jesús cuando leí lo que le sucedió a Pablo: "Padre nuestro que estás en el cielo [...] Que se cumpla tu voluntad en la tierra...". (Mateo 6:9–10, énfasis agregado). Y aunque los amigos de Pablo sentían que él no debía ir a Jerusalén, finalmente siguieron la sabiduría de Jesús, diciendo: "Que se haga la voluntad del Señor".

¿Cuántas veces has hecho de esto tu oración? A veces, cuando me encuentro navegando por escenarios tan complicados, levanto una bandera blanca de rendición y le digo a Dios: "¡Que se haga tu voluntad!" Los planes de Dios son increíblemente complejos y sabios más allá de nuestro limitado entendimiento. Solo Él puede saber cómo usarnos de maneras que traerán su reino a la tierra en mayor medida. Así que la próxima vez que te encuentres en una situación difícil, rinde tu voluntad y entendimiento y ora: "Que se haga la voluntad del Señor".

Oración

Padre, hago de esta mi oración hoy, tal como Jesús nos enseñó. Que venga tu reino en mi vida, y que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Incluso hoy, rindo mi propia sabiduría, planes y motivos. Guíame según tu Palabra, tu Espíritu y el consejo de amigos sabios. Pero más que nada, que se haga tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.

Activación

• Identifica la decisión o desafío al que te estás enfrentando. Acércate a un consejero, mentor temeroso de Dios, pastor o amigo de confianza y pídele su sabiduría y perspectiva sobre el asunto. Luego, tómate el tiempo para estudiar la Palabra de Dios por tu cuenta y busca las Escrituras que hablen de tu situación. Compara lo que has aprendido de ambas fuentes y pídele a Dios que te dé claridad y paz al discernir su voluntad. Al final, prepárate para decir: "Que se haga la voluntad del Señor", incluso si eso significa un camino que no anticipaste originalmente.

Para profundizar

Hechos 21; Mateo 6:5–14; Hechos 28:17–31; Salmos 32:6–8; Proverbios 13:10

Espíritu Santo, ¿qué me dices hoy?