Pantallas y AlmasEjemplo

Rompiendo las cadenas digitales

Si tuvieras que calificar tu relación con tu teléfono, ¿qué calificación le darías? Esa fue la pregunta que le hice a un consejero, un policía, un director de operaciones de una empresa, dos profesores y algunas otras personas. Y la mayoría respondió con expresiones de arrepentimiento, suspiros de bochorno o un poco de vergüenza. Según las calificaciones que nos asignamos nosotros mismos, mis amigos y yo no somos los mejores estudiantes de la era digital.

¿Y tú? ¿Tienes problemas con tus dispositivos? A pesar de sus bendiciones, las pantallas pueden ser algo malo. Aquí hay una pregunta clave que debes hacerte: ¿Las pantallas te separan de tu familia? Después de pasar todo el día en la escuela con tus amigos, ¿vuelves a casa con tu familia y aún te enfocas digitalmente en tus amigos? O después de ocho horas en el trabajo, ¿vuelves a casa con tu familia y aún te enfocas digitalmente en más trabajo? ¿Las pantallas impiden una conversación y una conexión serias? ¿Tu teléfono te posee? En 1 Corintios 6:12, Pablo escribió: “Todo me está permitido, pero no permitiré que nada me domine”. Tienes todo el derecho de comprar un teléfono, una tableta y un televisor inteligente, pero la sabiduría pregunta: “¿Tu teléfono controla tu comportamiento? ¿Te resulta difícil romper esas cadenas digitales?”.

Si es así, empieza a orar para que tengas ojos que vean la profundidad de tu problema, gracia para lidiar con tu culpa y poder espiritual para establecer límites sabios. ¡A tu Padre le encantaría ayudarte a liberarte!