Tocando FondoMuestra

A lo mejor, querido lector, has leído esta primera parte, pero te das cuenta de que el dolor no desaparece; te sientes como en una montaña rusa, sin control. Te he dicho que todo irá bien, que Dios y Jesús están y estarán siempre contigo, y que no te abandonarán. Sin embargo, de repente notas que nada cambia. Las preocupaciones comienzan a invadirte: el dolor, la desesperanza, la angustia y el estrés. ¿Hasta cuándo va a durar esta situación?

Reconozco lo que estás pasando y te pido que grabes en tu corazón estas palabras y comiences a reflexionar sobre tu confianza en Dios. Confía, confía, ten confianza en esta certeza y poderosa verdad: ¡Dios y Jesús están, estarán siempre contigo y no te abandonarán!

Cada día, Dios nos llama a confiar en Él, a descansar en su poder y a dejar de preocuparnos. Sí, sé que decirlo es fácil, pero quiero invitarte a profundizar juntos en este mensaje: la preocupación, el dolor, la angustia, y la ansiedad, aunque a veces parecen inevitables, no nos aportan soluciones; de hecho, nos hunden más y más en los problemas, en lo que ya no tiene solución, en lo inevitable. Nos roban la paz y nos agotan. Sin embargo, cuando decidimos entregar nuestras cargas al Señor y confiar en Él, su poder comienza a actuar y nuestras vidas empiezan a transformarse.

Hoy deseo que se graben en tu corazón estas palabras:

Nuestra fe en Dios tiene el poder de mover montañas. Jesús nos dijo:
"Les aseguro que, si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: ‘Trasládate de aquí para allá’, y se trasladaría. Para ustedes, nada sería imposible."

El tema que vamos a tratar hoy es muy especial y de gran relevancia para todos nosotros: confiar en Dios y dejar de preocuparnos. Entregarle a Dios, en el Nombre de Jesús, esa situación que nos está destruyendo, que no nos deja vivir, que nos hace “tocar fondo”.

En este tiempo juntos, vamos a descubrir cómo nuestra fe en las promesas de Dios tiene el poder de liberarnos del miedo, de la incertidumbre, del dolor que a veces nos invade. Quiero que recuerdes esta verdad: si creemos, Dios lo hará posible. No importa cuán grande sea el desafío que enfrentemos o cuán insuperable parezca la situación, no hay nada imposible para Él. Dios tiene el control, y lo único que nos pide es que confiemos en Él.

Ahora quiero que pienses en la preocupación o las preocupaciones que estás enfrentando. Tal vez sea una situación económica difícil, un problema familiar, una enfermedad, una ruptura sentimental, el fallecimiento de un ser querido o un futuro incierto. Esto te está quitando la paz, el gozo, el deseo de vivir.

Sea lo que sea que esté en tu corazón, te animo a que lo comentes, lo compartas, lo escribas y te rindas, confiando en que Dios te oye y te escucha. Este es el primer paso para soltarlo y entregárselo a Dios, conscientes de que Él es más grande, más grande que cualquier circunstancia o problema por el que estemos atravesando. (Mt. 17:20)