Tocando FondoMuestra

Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos y te dije: “Tú eres mi siervo”. Yo te escogí; no te rechacé. Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con la diestra de mi justicia. Todos los que se enfurecen contra ti, sin duda, serán avergonzados y humillados; los que se te oponen serán como nada, como si no existieran (Is. 41:9-10).

"Tocar fondo" es una expresión que se utiliza para describir un momento en la vida en el que una persona llega a su punto más bajo, emocional, mental y físicamente. Este término suele implicar una situación de crisis o desesperación, pero hoy quiero traerte una buena noticia, querido lector: también puede ser el punto de inflexión que conduce a un cambio significativo y positivo en tu vida.

Hay momentos en los que te sientes atrapado, como si el peso del mundo estuviera sobre tus hombros. Has intentado todo, pero parece que nada funciona. Las puertas se cierran, las soluciones no aparecen, y la voz de la duda comienza a hablarte más fuerte que nunca, diciendo: “¿Será que Dios me ha olvidado?”. Déjame decirte algo, y quiero que lo grabes en tu mente y corazón: DIOS NUNCA TE DEJARÁ SOLO.

Aunque las cosas no tengan sentido ahora, aunque los problemas parezcan invencibles, Dios sigue estando contigo, trabajando en tu vida, incluso cuando no lo puedes ver.

Todos nosotros, en algún momento de la vida, hemos sentido desesperación, dolor, tristeza, o sufrimiento. Nos hemos sentido atrapados, sin ver una salida o solución a los problemas, impotentes ante las dificultades, con miedo al futuro y sin esperanza; momentos en los que ya no deseas vivir, todo te es indiferente e, incluso, deseas la muerte.

El dolor, la tristeza, el sufrimiento, la enfermedad, el abandono, la muerte o la pérdida de la persona que amabas, una adicción, problemas financieros, relaciones rotas, las noches oscuras que nunca terminan, cuando te sientes solo, derrotado, hundido, sin fuerzas...

¿Te resultan conocidas algunas de estas situaciones? A mí sí. Por esto he decidido escribirte sobre esto, estimado lector, para mostrarte mi testimonio y darte una buena noticia: en momentos en que sientes que no puedes más, Jesús nos ofrece un refugio. Él sufrió, hasta el punto de decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Jesús, siendo hombre, vivió estas situaciones y nos aseguró que estaría con nosotros siempre, hasta el fin del mundo. Además, nos dejó lo siguiente para que tuviéramos esperanza en Él:
“Sean fuertes y valientes; no tengan miedo ni se aterroricen de ellas, porque el SEÑOR su Dios irá con ustedes. Él no los abandonará ni los olvidará” (Dt. 31:6).